
La desigualdad entre ricos y pobres en los países de la OCDE ha alcanzado su nivel más alto desde que existen datos desde hace tres décadas, según un informe publicado hoy por esa organización en el que se recomienda reducir la precariedad laboral y las brechas salariales vinculadas a las diferencias de género. En el caso de España, el estudio señala que la pobreza está "muy por encima de la media de la OCDE".
"Hemos alcanzado un punto de inflexión. La desigualdad en los países de la OCDE está en su nivel más alto desde que existen registros. Las pruebas muestran que la alta desigualdad es mala para el crecimiento", declaró en un comunicado el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ángel Gurría.
La desigualdad ha alcanzado "un récord en la mayoría de países de la OCDE y tiene niveles incluso más elevados en muchas economías emergentes", agrega el estudio, que señala a Chile, México, Turquía, Estados Unidos e Israel como los países desarrollados con más desigualdad, frente a la mayor armonización salarial de Dinamarca, Eslovenia, República Checa y Noruega.
¿Y España?
El elevado nivel de desigualdad en España es fruto, fundamentalmente, del elevado paro en el país, y es que España ha sufrido la caída "más importante del empleo en la OCDE", después de Grecia. También incide negativamente en la situación de las familias el tipo de empleo, ya que los hogares que obtienen sus ingresos del trabajo "no estándar" (temporales y con salarios bajos) corren un "alto riesgo de pobreza". Su tasa de pobreza asciende a 31% en España, frente al 22% de media de la OCDE.
De media, los salarios de los más pobres en España cayeron un 13% al año entre 2007 y 2011, mientras que los ingresos del 10% más rico de la población solo se moderaron un 1,4% anualmente en el mismo período.
Además, el informe indica que "las reformas fiscales introducidas entre el 2007 y el 2012 han reducido las prestaciones sociales de manera considerable y han incrementado los impuestos". Como resultado, los ingresos de los hogares se han reducido, tanto para aquellos con empleo como para los parados.
Las reformas fiscales y de las prestaciones sociales desde el 2008 inicialmente amortiguaron el impacto del paro sobre la desigualdad, con la creación de una ayuda para parados de larga duración. Sin embargo, desde 2012 la tendencia ha sido la de disminuir el gasto social y elevar impuestos. Así, por una parte se ha perjudicado a los parados al mantener el valor de la prestación constante, es decir, que no aumentó con la inflación, y al recortar al 50% de la base salarial la cuantía una vez pasados los seis meses sin empleo, desde el 60% anterior. Y para los hogares con ingresos también ha habido consecuencias, al elevar las tasas del impuesto sobre la renta.
La desigualdad se dispara
En conjunto, el 10% de la población del llamado "club de los países ricos" gana 9,6 veces más que el 10% más pobre, una proporción que se ha incrementado respecto a la diferencia 7-1 de los años ochenta y del 9-1 de inicios del siglo actual.
En 2012, el 40% de los hogares más pobres de los 18 países de la OCDE con datos comparables disponía de solo el 3% de la riqueza, mientras que el 10 % más favorecido controlaba la mitad de la riqueza de los hogares. "El 1% más rico poseía el 18%" de la fortuna del conjunto de los hogares analizados, subraya el informe.
La primera de las causas que detecta el informe "Juntos en ello: Por qué una menor desigualdad nos beneficia a todos", se centra en las condiciones de trabajo. "El creciente porcentaje de gente que trabaja a tiempo parcial, con contratos temporales o a través del autoempleo, es un eje importante de la creciente desigualdad", apuntan los investigadores de la OCDE.
La mitad de los empleos creados en los países miembros de esa organización entre 1995 y 2013 eran precarios y "los trabajadores temporales y poco cualificados, en particular, tienen muchos menos ingresos y más inestables que los permanentes".
Peor para los jóvenes
El informe de la OCDE también destaca que los jóvenes son los más afectados por la precariedad, ya que el 40% no disfruta de un puesto de trabajo convencional y la mitad de los contratos temporales los firman personas que aún no han cumplido los 30 años. Otro factor clave para analizar el problema es la desigualdad de género. El creciente número de mujeres trabajando ha "ayudado a frenar la desigualdad", pero éstas siguen cobrando un 15% menos que los hombres.
La proporción de hogares con mujeres que trabajan "se ha mantenido en niveles de hace 20 o 25 años, pero la desigualdad de ingresos ha crecido", agrega el estudio.
Según Gurría, que presentó el informe en París acompañado por la comisaria europea de Empleo, Marianne Thyssen, desarrollar una "acción política" para corregir ese problema es una respuesta "tan económica como social". "Al no atacar las desigualdades, los gobiernos cortan el tejido social de sus países y dañan el crecimiento económico a largo plazo", subrayó el máximo responsable de la OCDE.