Economía

El Eurogrupo de hoy inicia una nueva cuenta atrás para cortejar a Grecia

La zona euro ha vivido numerosas semanas de match point desde que la gran recesión se convirtiera en una crisis del euro por el derrumbe de la economía griega. Justo cuando Europa empieza a levantar la cabeza, gracias a una estrategia de recuperación más despegada de la austeridad, Grecia ha vuelto a poner la unidad del euro en la picota. Una vez más, el tiempo juega en contra de los europeos, con una semana decisiva por delante para el futuro de la moneda común. Schäuble, escéptico sobre el acuerdo con Tsipras: "Grecia ha elegido un gobierno irresponsable".

Una prueba irrefutable de lo crucial que son estas negociaciones la dio ayer el jefe del fondo de rescate europeo, Klaus Regling, quien en una entrevista televisiva advirtió de que una salida de Grecia de la zona euro "sería la peor opción para todos los involucrados". Los nervios se hacen sentir en los mercados. La bolsa de Atenas vuelve a las pérdidas y la prima de riesgo supera los 900 puntos. 

El máximo responsable del Mecanismo Europeo de Estabilidad no se andó con tapujos al asegurar que "sería la solución más costosa tanto para Grecia como para la eurozona".

De vuelta a la zona cero

Tras mentir durante años, acumulando en unas cuentas cocinadas un déficit del 15,4% del PIB, Grecia pidió ayuda a sus vecinos europeos en 2010. Los socios respondieron con un rescate que llegó en dos olas hasta sumar 240.000 millones de euros, y que incluyó dos quitas para evitar que se disparara una deuda ya astronómica (hoy del 175% del PIB). Pero el salvavidas llegó con una soga que ha estrangulado a la ciudadanía griega.

Se impuso un programa de ajustes y reformas, el llamado memorándum de entendimiento, que ha vigilado una troika implacable (Comisión Europea, BCE y FMI), a cambio de los desembolsos periódicos. Los defensores del programa, cada vez menos, dicen que las reformas y el ajuste han impulsado la competitividad de su economía.

Pero una avalancha de expertos y un informe del Parlamento Europeo coinciden en que el ajuste ha causado un drama social y ha hundido su economía casi un cuarto de su PIB, aumentado así el peso de su endeudamiento. Grecia flota, pero en el fondo del agujero. Tras años de hombres de negro, los griegos han buscado a nuevos héroes.

Cortar por lo sano... o casi

La coalición de izquierda radical del ingeniero Alexis Tsipras venció en las elecciones del pasado 25 de enero con una promesa básica: los tiempos de la troika y del memorándum se acabaron. Pero en la ofensiva diplomática y las primeras negociaciones para proponer un "nuevo contrato social" a sus prestamistas de la eurozona, se ha encontrado con un muro que mantiene firme Alemania.

Atenas tiene que cumplir con los compromisos por los que recibió el dinero, en concreto con las reformas pendientes de gran impacto fiscal (en pensiones, mercado laboral y sector público). Con matices, el discurso central de los responsables del euro es que el rescate actual es la base para cualquier negociación, por lo que Tsipras deberá primero pedir su extensión si quiere tunearlo.

La (casi) última oportunidad para solicitarlo es el Eurogrupo de hoy. A partir de entonces, Grecia seguramente quedaría a la intemperie de los mercados y sus bancos sin la liquidez del BCE. En ese momento, la ruptura del euro dejaría de ser la hipótesis de los más pesimistas. Pero "extender" significaría hincar la rodilla y aparcar su promesa nuclear, como dejó claro el pasado miércoles el responsable de Finanzas, Yanis Varoufakis, a sus colegas del euro en el primer contacto.

Bloqueo y oportunidad

Ante la falta de progreso y el malestar general, que verbalizó el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, al llegar a la cumbre del pasado jueves, se dejaron de lado las palabras explosivas (expansión, troika, memorándum) para buscar el encaje en el programa de la propuesta helena (reformas sin austeridad, objetivo de superávit primario más modesto, y por supuesto alivio de la deuda).

Se quiere dejar atrás el programa, pero los griegos piden a los europeos (los únicos en disposición de prestarles dinero) un crédito puente con el que de momento cubrir el coste de sus propuestas y los vencimientos hasta septiembre, lo que seguramente superará los 17.000 millones de euros. Los asesores económicos de Tsipras, entre los que se incluye incluye el economista James Galbraith, y los representantes de "las tres instituciones" anteriormente conocidas como la troika, Comisión, BCE y FMI, han buscado a lo largo de este fin de semana los puntos en común de las dos propuestas, que no son pocas, dice una fuente europea intentando mantener el optimismo.

Sin embargo, a tenor de declaraciones como la del ministro germano de Finanzas, Wolfgang Schäuble, que se considera escéptico, no hay nada claro.

¿Y ahora?

El Eurogrupo empezará hoy la discusión de las discrepancias, de tal calibre que hasta su presidente, Jeroen Dijsselbloem, se mostró "muy pesimista". Para acercar ambas orillas, los europeos han tendido un puente a Tsipras: se puede discutir un nuevo acuerdo sin necesidad de extender el memorándum actual.

Pero Tsipras tendrá que tragarse una parte de la austeridad, lo que caería mal en el ala comunista de su partido.

Aún así, Tsipras sigue tendiendo la mano al acercamiento. Ayer, en una entrevista concedida al magacín alemán 'Stern', anticipó unas "negociaciones difíciles", en particular con Alemania, pero exhibió un tono conciliador a lo largo de toda la entrevista y dedicó un par de cumplidos a la canciller Angela Merkel, con quien se reunió la pasada semana.

"A mí me pareció una mujer perfectamente educada y ni mucho menos tan rigurosa como me esperaba, a tenor de lo que había leído sobre ella en los medios", destacó Tsipras, quien terminó describiendo a su homóloga alemana como "una política pragmática que no tiene el más mínimo interés en poner en peligro el futuro de Europa".

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