
Si este jueves no actuara el Banco Central Europeo (BCE) como se espera y tal como los mercados, los políticos y los bancos centrales han descontado -es decir, concretando la cantidad y el tempo de la expansión monetaria- la institución que encabeza Mario Draghi corre el riesgo de dar la puntilla a la reactivación del crédito, minando las posibilidades de relanzar el crecimiento en Europa. Cinco claves para entender la reunión del BCE.
No es sólo el crédito en sentido económico lo que se juegan este jueves Draghi y el BCE. También se dirime éste en la acepción de credibilidad. El italiano se juega el prestigio de la institución y el suyo propio. El BCE perfila su QE: compras de 50.000 millones mensuales hasta finales de 2016.
El de la institución, porque defraudar de nuevo respecto del QE (flexibilización monetaria, por sus siglas en inglés) revelaría que el Banco de Fráncfort se desentiende del mandato central de la institución, el de mantener la inflación en el entorno del 2%. El del propio Draghi, porque revelaría que el peso de la facción alemana en el banco empequeñece el suyo hasta el punto de anular sus decisiones más importantes como cabeza visible de la institución.
En cualquier caso, la coyuntura europea demanda una acción contundente del BCE. El entorno de caídas de precios motivado por el desplome del petróleo y los informes de organismos internacionales que advierten del estancamiento en la eurozona son una demanda clara de actuación para que se complete la estrategia anticrisis europea.
Los ajustes, las reformas y el futuro plan de inversión de la Comisión de Jean-Claude Juncker han apuntalado una parte, pero, tal como advierte el profesor del IEB Miguel Ángel Bernal, la política monetaria hasta ahora se ha revelado ineficaz. Aprobar el estímulo monetario brindaría el tándem completo para legitimar las otras actuaciones, máxime cuando se ha exigido a los Estados un sinfín de reformas y ajustes para seguir navegando en el mismo barco europeo.
Ventajas de la compra masiva de bonos
Tras los avances en saneamiento y cohesión bancaria, una expansión monetaria descargará a los bancos de sus activos en forma de deuda pública, lo que facilitaría la financiación de empresas y familias. El BCE y Draghi deben dejar la puerta abierta a una compra indefinida en el tiempo.
Y, si bien es cierto que una cosa es que los bancos tengan más capacidad de prestar y otra que realmente lo hagan, la realidad es que, sensu contrario, sin un QE en Europa esa posibilidad de drenar recursos en forma de crédito estaría aún más lejana, justo cuando la economía europea precisa de palancas de crecimiento y cuando hay que nutrir un plan de inversión, el de Juncker, basado en la movilización de avales y capital privado para proyectos productivos.
Tiene además el BCE en sus manos fomentar que la UE sea más Unión y más Europea, porque todos los escollos que han dibujado hasta ahora como ineficaz a la política monetaria han sido, principalmente, la falta de unidad real en el edificio económico europeo. Draghi puede este jueves sellar una jornada histórica de compromiso con el proyecto del euro y de avance en la solidez de sus postulados, algo muy oportuno que blandir precisamente ahora que se acercan vientos desestabilizadores desde algunos países que, como Grecia, podrían plantar cara a la ortodoxia de Bruselas y Berlín.
Perjuicios de no aprobar el 'QE'
Amén de estrangular el crédito, el crecimiento y de dejar los índices de precios europeos a merced del petróleo, no aprobar la compra masiva de bonos soberanos se traduciría en una merma de liquidez que fortalecería el euro, afectando negativamente al comercio exterior. El temor de que Europa lastre el avance mundial -como apunta, entre otros, el Fondo Monetario Internacional- sería cada vez más fundado.
Y, lo que es peor, esos mismos mercados que hasta ahora se han creído las palabras de Draghi y su haré todo lo necesario para salvar el euro, serían ya muy difíciles de convencer. De ahí que instituciones como el IEB estimen que serán necesarias dos rondas de QE para alejar los temores sobre Europa.