
Muchos suspiraron de alivio cuando Grecia logró colocar la semana pasada bonos a 10 años por 5.000 millones, pero otros comenzaron a resoplar al ver que el interés de la operación ascendía al 6,25%. Los presupuestos de Grecia para 2010 contemplaban un tipo medio del 4,7% para sus operaciones de financiación, una cifra que pertenece a mejores tiempos y que podría descuadrar los cálculos sobre el recorte del déficit.
De hecho, tal y como recoge The Wall Street Journal, si los intereses que el mercado le exige a las emisiones griegas siguen tan altos, el país tendrá que pagar unos 700 millones más de lo que calculaba, según Nikos Magginas, economista del Banco Nacional de Grecia.
Y esos millones adicionales serían sangrantes y dolorosos para un país que hoy afronta su segunda huelga general en en dos semanas por las agresivas y extraordinarias medidas de ahorro que ha tenido que implantar para reducir su déficit y sortear la bancarrota: elevar el IVA al 21%, rebajar la paga del funcionariado y subir alcohol y tabaco.
El pago de intereses, que según las proyecciones ascenderá a 13.000 millones este año, es una de los principales partidas del presupuesto griego. Es más, según el diario estadounidense, esta cifra supera al gasto combinado del gobierno en educación, justicia y servicios de orden público.
Antídoto para Grecia, veneno para Europa
Mientras tanto, Atenas sigue esperando la ayuda de la Unión Europea, cuyos ministros de Finanzas se reúnen de nuevo la semana que viene. Grecia insiste en que no pide ni ha pedido dinero, pero lo cierto es que necesita ayuda y ésta no tiene por que ser en forma de cheque.
"Nos gustaría endeudarnos a tasas más normales o a tasas más bajas", dijo a los periodistas el primer ministro griego, George Papandreou, durante una visita a Washington a comienzos de semana. "Hay demanda de deuda griega, pero las tasas "aún no están lo suficientemente bajas. Y esto a la larga no es sostenible", manifestó.
Un alto cargo del gobierno griego que optó por el anonimato dijo a The Wall Street Journal que necesitan de sus socios europeos "algún tipo de garantía" para que las tasas de sus bonos caigan. "Si no nos la brindan y los diferenciales continúan siendo tan amplios, probablemente pediremos públicamente ayuda económica", añadió.
Y esta es la cuestión de fondo, que si Grecia pide dinero de forma pública los gobiernos de los países más ricos de la zona euro se verían en una encrucijada: o el colapso griego en caso de que no pongan dinero sobre la mesa o la objeción y crítica de su electorado si acuden al rescate. Alemania está entre la espada y la pared.