
De una borrachera de pesos y liquidez que estuvo a punto de llevar a la economía a la hiperinflación, a la escasez de pesos y la lucha de los bancos por atraer el ahorro de los argentinos. Esta Argentina parece otra desde que Javier Milei gobierna y la prueba está en la base monetaria y en el fin de la impresión de pesos para financiar el déficit público. Ahora ocurre casi lo contrario. Lo que tampoco es del todo positivo, puesto que los márgenes de beneficio de los bancos se pueden ver resentidos por esta competencia feroz por la liquidez en pesos. El sector ya ha intentado exponer al Gobierno de Milei sus miedos. ¿Quién iba a decir que un presidente liberal iba a poner contra las cuerdas a la banca o iba a reducir el beneficio de las empresas para engordar los salarios de los trabajadores? Algo así está sucediendo en Argentina. Los intentos por desactivar la 'bomba hiperinflacionaria' que había dejado el anterior gobierno está generando situaciones curiosas como la actual, en la que la economía presenta cierta escasez de la que todavía es la moneda oficial del país.
La limpieza del balance del banco central y el traspaso de algunos pasivos desde el instituto monetario al Tesoro han llevado a que Argentina emita una suerte de bonos que tenían como objetivo únicamente drenar liquidez (el Tesoro emite bonos a cambio de quedarse pesos que guarda en la 'caja fuerte') en el mercado para evitar que el peso se depreciase y que el monstruo de la inflación volviera a hacer su aparición en Argentina (la inflación sigue siendo alta todavía en el país). Ahora, parece que Javier Milei ha podido pasarse con este drenaje de liquidez y que los pesos escasean en la economía, generando una curiosa situación.
Los tipos en pesos suben con fuerza
Los tipos de interés de los instrumentos en pesos argentinos están subiendo con fuerza en todos los plazos, lo que incrementa la presión sobre los bancos en un momento de escasez de liquidez provocada por los esfuerzos del Gobierno para defender la moneda local.
El tipo repo a un día en pesos se disparó el martes hasta una media del 65%, el nivel más alto desde mayo de 2024, después de haber rozado los tres dígitos durante la última hora de negociación intradía del pasado viernes. Al mismo tiempo, el rendimiento de las letras del Tesoro a corto plazo, conocidas como Lecaps, alcanzó el 59,5%, su cota más alta desde octubre de 2024, cuando la inflación rondaba el 193%, casi cinco veces la tasa actual.
"El Tesoro ha dejado muy pocos pesos en el mercado, y varios bancos —sobre todo los más pequeños— se han quedado sin liquidez y han tenido que salir a buscar efectivo desesperadamente, ofreciendo tipos más altos en cuentas remuneradas, vendiendo Lecaps o recurriendo a repos y préstamos interbancarios a tipos elevados", explicó Emiliano Merenda, consejero delegado del bróker local Pharos Capital.
La inflación y el peso son lo primero
El Banco Central ha endurecido la política monetaria y el Gobierno ha introducido mecanismos para absorber pesos con el fin de estabilizar la divisa, en un contexto de caída estacional de las exportaciones y preocupación de los inversores ante las elecciones legislativas de octubre. Las autoridades monetarias están vendiendo Lecaps y elevando los coeficientes de encaje de los fondos del mercado monetario. Aunque esta estrategia puede atraer flujos de inversión por arbitraje, ha secado la liquidez del sistema, obligando a muchos bancos a acudir al mercado repo a tipos exorbitantes. El éxito con la inflación es evidente: el IPC ha pasado del 200% al 39% en poco más de un año.
"La liquidez se ha evaporado y ahora mismo no hay prestamista de última instancia", advirtió Belisario Álvarez de Toledo, responsable de trading y socio en True Grit Capital, en Buenos Aires. "Nadie está dispuesto a aportar liquidez". La Asociación de Bancos Nacionales y el Banco Central declinaron hacer comentarios, mientras que la Asociación de Bancos Extranjeros no respondió de inmediato a las preguntas que han realizado desde la agencia Bloomberg.
Estas medidas han ofrecido cierto alivio al peso, que cotizaba el martes en torno a 1.273 unidades por dólar, recuperándose desde un mínimo intradía de 1.293 registrado el lunes. El estrangulamiento del peso se ha agravado por las dinámicas de fin de mes, cuando los bancos deben cumplir con los requisitos de encaje y tienen menos margen para gestionar su liquidez a corto plazo. "Esto puede afectar a la solvencia de los bancos, especialmente de los más pequeños, porque los costes de financiación se han disparado", advirtió Merenda. Hace apenas dos semanas, los bancos se financiaban por debajo del 30?%. Ahora han tenido que pagar el 55%.
Política monetaria muy restrictiva
Algunos analistas también advierten de que la política monetaria restrictiva dificultará al Banco Central el cumplimiento de su objetivo de acumulación de reservas de divisas acordado con el Fondo Monetario Internacional. Para evitar emitir pesos, el Gobierno se ha mostrado reacio a comprar dólares, incumpliendo su meta de reservas a finales de junio y requiriendo una dispensa por parte del FMI. Ahora, con el tipo de cambio bajo presión y la liquidez interna muy ajustada, el Tesoro ha comenzado a comprar dólares, pero a un tipo relativamente alto, ya que el peso se ha depreciado en los últimos meses.
El repunte de los costes de financiación en pesos no puede prolongarse mucho más sin amenazar seriamente la solvencia de los bancos, advierte Álvarez de Toledo. "Los bancos argentinos dependen en gran medida de financiación a muy corto plazo, por lo que una subida brusca de los tipos de interés en ese plazo pone sus márgenes de beneficio bajo una presión enorme", concluye. "Esto tiene que resolverse: el sistema no puede funcionar sin liquidez".