
¿Cuántas personas desempleadas en España renuncian a buscar trabajo porque no creen que vayan a encontrarlo y son 'borradas' de las estadísticas de paro? La pregunta es relevante, porque esta cifra es una de las variables que puede llevar a sorpresas en las tasas de paro y ocupación: el denominado 'efecto desánimo'. Sin embargo, los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) apuntan a que este factor tiene un peso muy limitado en el mercado laboral: son solo 125.600, el 0,72% de los 17,4 millones de inactivos, y marcan mínimos de los últimos 20 años. Aunque no son los únicos excluidos de la definición habitual de desempleo.
Según el Instituto Nacional de Estadística, en el primer trimestre del año había un total de 336.200 'activos potenciales', un 1,9% de los inactivos. Esta categoría incluye a personas "sin trabajo y disponibles para trabajar que no buscan empleo". Tanto en cifras absolutas como en porcentajes, marca un mínimo para todos los primeros trimestres de la serie históricas, aunque solo una parte de este grupo se consideran desanimados: es decir que si no se lanzan a conseguir trabajo es porque no tienen esperanzas de lograrlo, lo hayan intentado anteriormente o no.
Los activos potenciales también incluyen otros motivos para que un desempleado no busque trabajo: porque consideran que no hay ninguno disponible "en los alrededores", que ninguno se adapta a su cualificación, que se encuentran afectados por una regulación de empleo sin posibilidad de reincorporarse, que desconocen dónde buscar empleo. Pero también entran en este grupo los desempleados que aguarda la "estación de mayor actividad", que esperando los resultados de "gestiones anteriores" (como una entrevista de trabajo, por ejemplo) o reanudar su actividad por cuenta propia.
Así, el desánimo propiamente dicho supone un total del 37,4% de los activos potenciales, un colectivo que no cuenta a otras personas que buscan trabajo por enfermedad o discapacidad, razones personales o familiares, que están cursando estudios o formación, están jubilados, o consideran que no necesitan un empleo, aunque no rechazaría una oferta adecuada.
¿Cómo interpretar estos datos? El Instituto Nacional de Estadística agrupa a los inactivos según su posibilidad de convertirse en activos, es decir, de pasar al grupo de los ocupados al incorporarse a un empleo, o al de los parados al declararse en búsqueda activa de un trabajo. En este modelo, se considera que los desanimados son los más sensibles al ciclo económico, ya que su reticencia a intentar encontrar empleo deriva de su desconfianza en el mercado laboral.
Aunque los desanimados suponen un 37,4% de los activos potenciales, desde 2009 hasta prácticamente la pandemia llegaron a superar el 50% del total, cuando su peso se vio superado por el resto de los supuestos. Esto se vio con claridad durante la crisis sanitaria (cuando se dispararon los afectados por ERTEs sine die o por los confinamientos redujeron al mínimo los puestos disponibles).
Pero la tendencia se mantuvo en los años siguientes, lo que apunta a que, según el empleo se recupera, la renuncia a buscar empleo se debe a otros factores ajenos al temor a no encontrarlo, como puede ser la cualificación, la proximidad o la estacionalidad. Algo a tener en cuenta en el análisis del desencaje entre oferta de empleo y de mano de obra que sufre la economía española a pesar de tener 2,6 millones de parados 'propiamente dichos'.
Así las cosas, el retroceso de los activos potenciales respecto a la pandemia se concentra en los desanimados: han caído un 108% desde 2009, frente al 1,9% del resto. Por su parte, los 17.03 millones de inactivos que ni buscan ni están disponibles para un trabajo suponen un 7,14% más que en 2019.
Eurostat lo cuenta de otra forma
La actual metodología del Instituto Nacional de Estadística para contar a los activos potenciales no es nueva. La contabilidad actual revisada se remonta a 2005 –aunque se introdujo en 2002, los datos en esos primeros años no son comparables– sin que el organismo español se haya plantado hacer cambios, la pandemia.
Entonces la Oficina Europea de Estadísticas (Eurostat) destacó la necesidad de clarificar la cifra de personas que quedaban fuera de las cifras de paro por no poder buscar activamente empleo o no estar disponibles para un puesto de trabajo. El organismo europeo ya recopilaba estos supuestos en su análisis de la holgura laboral (el porcentaje de mano de fuerza laboral ampliada que un país no aprovecha y que se compone de la suma de paro, de ocupados subempleados y las personas sin trabajo y que quieren hacerlo, pero no cumplen los requisitos para contar cómo desempleados y quedan fuera de la población activa.
El INE no analiza un dato de holgura laboral, sino de potencial de activos, que sale de sumar a la población activa (ocupados y parados) la cifra de activos potenciales, sin contar a los subempleados ni a los que buscan empleo, pero no están disponibles. Pero con motivo de la pandemia, introdujo un anexo en la EPA para publicar las cifras de lo que denomina "colectivos especiales de inactivos", calculadas según la metodología europea.
Al igual que Eurostat, los clasifica en dos tipos: los que buscan, pero no están disponibles, y los que no buscan, pero están disponibles. Solo estos últimos son comparables a la definición española de activos potenciales, aunque su alcance es más amplio, al contar con una definición más vaga que incluye supuestos que la EPA no cuenta.
¿Cuál es la métrica correcta? Las dos. Eurostat ofrece una evaluación global del 'agujero' del mercado laboral más allá de la definición de paro, pero el INE pone el foco en el impacto directo de estas personas en la tasa de actividad y de empleo. Quizá el organismo europeo ofrece un análisis menos pormenorizado, pero el INE ofrece una visión restringida al no contar los inactivos que quieren trabajar, pero no están disponibles por sus circunstancias personales, pro ejemplo.
Una variable que, tras la pandemia, pero también por otros motivos más estructurales como la incorporación de la mujer al mercado laboral, ha cobrado especial relevancia. En todo caso, este debate, no exento de polémicas, es imprescindible para ofrecer una radiografía más completa y real del mercado laboral.
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