Las encuestas argentinas fallan más que una escopeta de feria. En las primarias, en agosto, el fallo impulsó al libertario Javier Milei, que se veía ya presidente. Pero en la primera vuelta, las encuestas esta vez le han disparado en el pie y han impulsado al peronista Sergio Massa, que de repente se ha convertido en el (ligero) favorito para ganar. Entre los dos, la coalición que sigue liderando Mauricio Macri, Juntos por el Cambio, que tiene la llave de la gobernabilidad, pero que tiene que digerir una dolorosísima derrota y decidir qué quiere hacer ahora... y si sigue existiendo.
Si hay algo que todo el mundo debería tener claro es que el peronismo argentino es como el Real Madrid: nunca hay que darlo por muerto y en cualquier instante pueden remontar la peor de las situaciones. Hace apenas dos años el peronismo parecía derrotado, batido ampliamente por una coalición, Juntos por el Cambio, que apuntaba a volver al poder por la puerta grande. Desde entonces, Cristina Fernández de Kirchner ha sido condenada e inhabilitada, la inflación ha superado los tres dígitos, el dólar ha superado los 1.000 pesos por unidad, su partido quedó tercero en las primarias... y el peronismo, contra todo pronóstico ha vuelto a ganar a la hora de la verdad, en el partido que cuenta. Y Juntos, que se las hacía muy felices hace apenas un año, está sufriendo presiones de todos lados y sufre por no reventar.
En la misma noche electoral, tanto Massa como Milei hicieron guiños a diferntes alas de la coalición. El peronista abrió la puerta a un "Gobierno de unidad nacional" con la Unión Cívica Radical (UCR), el partido histórico del centro-izquierda no peronista. Y el libertario animó a los seguidores de Propuesta Republicana (PRO), el partido de centro-derecha del expresidente Mauricio Macri, a "vencer definitivamente al kirchnerismo".
Desde la coalición calculan que "dos tercios" de sus votantes irán a Milei, pero la clave es qué hará la UCR. Si Juntos es la bisagra para la gobernabilidad, la UCR es el tornillo de la bisagra: si apoyaran a Massa, sus escaños serían suficientes para darle la mayoría en las dos cámaras parlamentarias; y el tercio restante del voto de la coalición, unos 8 puntos, bastaría para llevar a Massa a la mayoría en la segunda vuelta si logra atraerse también a los votantes del otro candidato peronista, Juan Schiaretti. Además, la UCR controla la mayoría de los Gobiernos provinciales de Juntos, lo que le otorga presencia territorial y un poder de negociación con el futuro presidente.
Así, la clave es si Juntos sobrevivirá a esta derrota. La batalla fratricida en primarias entre Patricia Bullrich, más conservadora, y Horacio Rodríguez Larreta, más centrista y cercano a la UCR, han dejado muchas heridas. Elisa Carrió, una de las fundadoras de la coalición y la primera en abrir la puerta de un espacio de centro-izquierda al conservador Macri, ya ha salido a criticar la estrategia de la derrotada candidata y de la dirección de la coalición.
Para Milei, por su parte, los resultados son muy decepcionantes: después de cerrar su último mitin de campaña con cánticos en los que animaba a ganar en primera vuelta, apenas sumó 12 centésimas respecto a su resultado en agosto. Esta decepción le hizo abandonar su tono bronco contra los políticos, en general, para reducirlo a "el kirchnerismo", entre numerosas alabanzas al PRO. La señal más directa es que ha entendido que tiene que moderar su tono bronco y áspero, y que reconoce que no podrá gobernar solo. Según Barclays Research, esto significa que "si Milei gana se verá obligado a moverse hacia el centro y, probablemente, dar marcha atrás en su propuesta de dolarización", lo que tranquilizaría a los mercados.
De hecho, el mercado de divisas parece haber reaccionado al resultado con mucho menor pánico que en agosto, o que hace cuatro años: el dólar 'blue' apenas ha subido de 1.050 pesos a 1.075 y el llamado 'dólar cripto' ha caído de los 1.250 pesos hasta quedar por debajo de los 1.000, al ver reducidas las probabilidades de una dolarización 'sin anestesia'. Los mercados internacionales, sin embargo, sí ven con preocupación la victoria de Massa: la prima de riesgo ha aumentado un 10% y los bonos han caído otro tanto.
Massa contra una 'caricatura'
La diferencia es que, de repente, el escenario más probable (sin estar ni mucho menos asegurado) es el de una victoria de Massa construida en base al miedo a la figura caricaturesca que el propio Milei había hecho de sí mismo. La dolarización, la propuesta de privatizar sanidad y educación, el rechazo al aborto, la propuesta de permitir que los padres puedan abandonar a sus hijos y desentenderse de su crianza, los ataques a los "viejos meados" que votan peronista y sus constantes excentricidades han sido un balón de oxígeno para una fuerza que parecía agotada y que ahora ha podido reconstruirse en contraposición a un 'villano perfecto'.
Lo que sí parece completamente agotado es el kirchnerismo: con Fernández inhabilitada, sus familiares en segunda línea y con un líder peronista, Massa, que saltó al tablero nacional en 2013 como rival interno de los Kirchner. En aquellos años en los que Fernández parecía imparable, Massa dividió el voto peronista y evitó que el kirchnerismo obtuviera la mayoría de dos tercios necesaria para reformar la constitución, eliminar el límite de mandatos y permitir que hubiera una "Cristina eterna". Y en 2015 volvió a dividir el peronismo y permitió que Macri derrotara al candidato kirchnerista, Daniel Scioli.
Si quiere ganar, Massa debe acercarse a dos fuerzas antikirchneristas: el peronismo disidente de Schiaretti y el rival histórico del peronismo, la UCR. La única forma de conseguirlo es seguir con lo que ha estado haciendo en campaña: mantener escondidos a los dos Fernández (el presidente, Alberto, y la vicepresidenta, Cristina) en un baúl y prometer un cambio. "Votá al tipo normal", fue su eslogan de campaña en las redes durante los últimos días. La pregunta es si Milei dejará de ser el tipo 'no normal' con el está encantado de confrontar.