
La crisis de deuda soberana vapuleó con fuerza los mercados financieros de la Eurozona. Aunque a primera vista fueron los mercados de renta fija y variable los más afectados, el crédito también sufrió cambios significativos, sobre todo en los países implicados de forma directa en esta crisis. El nexo entre los fuertes déficits públicos (y emisiones de bonos soberanos) de los países periféricos y la compra de deuda soberana por parte de los bancos de estos países, dejó a familias y empresas con menor acceso al crédito, es decir, se produjo el efecto crowding out o efecto 'expulsión'.
Como muestra el BCE en un trabajo de octubre titulado Bank exposures and sovereign stress transmission, "la crisis de deuda soberana mostró el nexo entre gobiernos y bancos y sus poderosos efectos sobre el crédito y la actividad: en Grecia, Irlanda, Italia, Portugal y España, los indiciadores de riesgo de quiebra bancaria se dispararon después del rescate de Grecia en 2010". Esta relación de amor entre los bancos y los Estados desplazó a familias y empresas, que se quedaron con las 'sobras' del crédito.
Uno de los efectos que tuvo este nexo entre gobiernos y bancos fue "una aguda reducción de los préstamos y un incremento más pronunciado en los intereses del crédito que la presentada por los bancos menos expuestos" a la deuda soberana de los países que presentaban mayores primas de riesgo.
Según muestra el BCE, existió una correlación negativa entre exposición a deuda soberana y préstamos a las empresas, es decir, cuanto mayor era la cantidad de deuda soberana en el balance del banco, menor era la cantidad de prestamos concedidos a las empresas. Este panorama comenzó a normalizarse a partir de 2014, según señala el documento.
Dicha situación también se produjo en las filiales extranjeras de los bancos que pertenecen a los países que sufrieron con mayor intensidad la crisis de deuda soberana. Los recortes en el crédito de estas filiales fueron tan fuertes como las implementadas por sus matrices en los países periféricos, "a pesar de que la demanda de préstamos en los países más resistentes era mucho más estable".
Acumulación de deuda pública
Los bancos que tenían en sus balances grandes cantidades de deuda soberana doméstica vieron como su riesgo de insolvencia aumentaba a medida que esa deuda valía menos, "lo cual incremento sus costes de financiación, forzando a las entidades más expuestas a desapalancarse" y a imponer unos mayores intereses a los préstamos para cubrir los riesgos.
Durante los años de la crisis de deuda soberana, los bancos veían la compra de deuda pública como un negocio casi perfecto. Por un lado se financiaban a tipos casi cero gracias al BCE, y por otro utilizaban esos fondos para comprar deuda pública que en aquella época otorgaba a su tenedor unos intereses muy suculentos. El margen financiero que obtenían las entidades con esas operaciones era casi inmejorable.
Aún así, los bancos sabían que estaban asumiendo riesgos al comprar tales cantidades de deuda soberana de sus países, pero la persuasión moral que ejercieron algunos países sobre sus entidades y el incremento de la rentabilidad de esa deuda "atrajo a las entidades a incrementar su exposición a los bonos soberanos, lo que reforzó el nexo gobierno-bancos". Además, hay que recordar que las últimas normativas sobre regulación bancaria favorecían a la deuda soberana (respecto al resto de activos ponderados por riesgo), puesto que se consideraba a los bonos soberanos como un activo seguro y no se solía exigir capital, lo que también incentivaba a los bancos a acumular este tipo de activos.
Ahora se están tomando medidas importantes para acabar con este nexo entre gobiernos y bancos. La principal medida que se está analizando trata de imponer un límite de deuda pública de un Estado sobre el capital del banco, según varios expertos este techo podría rondar el 25%.
"En conjunto, encontramos que la fuerte exposición de los bancos a la deuda soberana doméstica en los países con tensiones acentuó a su vez la presión sobre esos países hasta mediados de 2012. De esta forma, se incrementó significativamente la volatilidad del riesgo bancario y el crédito en la periferia de la Eurozona entre 2008 y 2015", concluye el informe del BCE.