Andalucía

Velas a Dios y al diablo de Javier Arenas

  • Ha dirigido con mano de hierro el partido; su salida abre un vacío de poder.

El todavía presidente regional del PP, Javier Arenas, quien ha nombrado a dedo a su sucesor, el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, tiene amigos hasta en el infierno. Su entorno cuenta que le pone una vela a Dios y otra al diablo en su afán de contentar a todo el mundo. Pero no siempre lo consigue. A los hechos me remito.

El dirigente democristiano ha gobernado el PP andaluz con mano de hierro durante las dos últimas décadas. Al que sentía la tentación de ejercer de disidente dentro de su partido le recordaba que el que se mueve no sale en la foto. Ha puesto a consejeros (que cobran cantidades millonarias) en las principales entidades financieras andaluzas; ha nombrado y quitado a diputados y senadores (José Miguel Fernández Pelegrina, que se encuentra en silla de ruedas con esclerosis múltiple, ha sido una de sus víctimas); ha intervenido en congresos para quitar a presidentes provinciales (el secretario general, Antonio Sanz, pidió al entonces presidente provincial del PP de Málaga, Joaquín Ramírez, que dejara paso a otro compañero); ha influido en alcaldes de la comunidad autónoma andaluza para insertar publicidad en medios de comunicación de centro-derecha, donde Arenas era Dios y se advertía sobre las consecuencias que acarreaba criticarle.

Es obvio que Arenas nunca ha sido Dios, aunque lo hayan pregonado a los cuatro vientos sus más fieles acólitos. Ocurrió lo mismo con Felipe González y ya ven dónde se encuentra ahora. Pero, al margen de estas comparaciones, que siempre son odiosas, lo cierto es que en todas partes cuecen habas.

La dimisión de Arenas ha provocado un vacío de poder de consecuencias imprevisibles en el PP andaluz, que gobierna en los ocho capitales andaluzas y en cinco diputaciones. En el congreso de Granada, que se celebrará el próximo mes de julio, los populares tendrán que decidir si mantienen a Juan Ignacio Zoido al frente del partido o quieren un nuevo líder que tendría cuatro años para consolidar su imagen y su proyecto cara a las autonómicas de 2016.

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