
En cuanto suben un poco las temperaturas, ya sabemos qué es lo que va a pasar. Los jardines comienzan a vivir su época más bonita, esa en la que florecen y se llenan de color. Y sí, si sabemos de plantas de exterior, la buganvilla es una de las grandes favoritas. Originaria de Brasil, pero símbolo del Mediterráneo, ha conseguido colarse en el corazón de los amantes de la jardinería y su secreto del éxito no es otro que su llamativo color. Ahora bien, más allá de esta conocida trepadora, existen otras alternativas más originales y que también quedan muy vistosas.
Estamos hablando de la clemátide, otra planta con la misma filosofía que la anterior, es capaz de decorar cualquier rincón.
Resistente al sol y casi no requiere riego
Conocida como una de las plantas más bonitas, destaca también por su alta resistencia al sol, su bajo requerimiento hídrico y su poca demanda de cuidados. Sin duda alguna, sus flores resistentes en forma de estrella es una de sus cualidades más valoradas y, a diferencia de la buganvilla, ofrece una gama impresionante de colores, desde el púrpura intenso, el rosa suave y hasta tonos más azulados.
Otra gran ventaja de la clemátide es su capacidad de adaptación a prácticamente cualquier estancia del jardín, además de que aguanta perfectamente en espacios soleados siempre que la base esté fresca y húmeda. Respecto a su mantenimiento, lo único que necesita es una poda anual para estimular que florezca correctamente.

Gracias a su altura, que puede alcanzar entre los 3 y 5 metros dependiendo de la variedad, es una solución estupenda para cubrir algunas estructuras que no deseamos que estén tan a la vista en el jardín. Es más, esta junto con la buganvilla es una de las plantas más utilizadas en paisajes y patios mediterráneos con ese fin, además de aportar color.
No contar con un jardín en casa no es un impedimento para disfrutar de esta bonita planta, ya que también se adapta muy bien al cultivo en maceta, por lo que es posible colocarla en terrazas o balcones.