Vivienda - Inmobiliario

Hogares colaborativos para mayores, la alternativa a las residencias y a la soledad

  • Los cohousing son comunidades autogestionadas donde los residentes comparten espacios comunes al tiempo que mantienen su independencia
Europa Press

España es un país en el que la población mayor conforma un colectivo muy numeroso, que promete aumentar mucho más en los próximos años.

De los más de 48 millones de habitantes que suma el país, cerca de 10 millones, concretamente un 9,7, tiene 65 años o más, según datos del INE. Es una cifra ya alta que además se elevará mucho más, hasta alcanzar el 30% de la población en el año 2050, con lo cual el número de personas mayores que necesitará de atención especial será de casi un tercio de la total y este hecho provocará retos importantes.

Muchas personas mayores optan por pasar su etapa de jubilación en una residencia, aunque no salen baratas. Otros prefieren quedarse en su casa y recurrir a alguien que les ayude, ya sean sus propios familiares o algún profesional especializado. Pero hay una nueva opción para este colectivo que pasa por la apuesta por las viviendas colaborativas para mayores, también conocidas como cohousing.

Este tipo de viviendas está planteado como un hogar colaborativo y autogestionado, que permite a sus residentes mantener su independencia a la vez que se comparten servicios y gastos. Es estar siempre acompañados, pero sin los compromisos rígidos que requieren las instalaciones a tal efecto.

Para ello, se hace necesario que los residentes mantengan cierto nivel de actividad y lucidez, que no siempre atesoran las personas mayores.

¿Como un coworking?

La idea recuerda un poco a los coworkings, lugares donde diferentes empresas y profesionales comparten un espacio, lo cual les permite complementarse al tiempo que avanzan en común. En el caso de los hogares cohousing, la comunidad creada la gestionan entre todos sus miembros, incluso estableciendo diferentes funciones. Así no solo se comparte un espacio común, también se fomenta la interacción y la colaboración.

En estas viviendas colaborativas y autogestionadas se comparten espacios comunes y actividades, aunque cada residente tiene también su propio espacio privado.

La idea es un éxito en países del norte de Europa, como Suecia, Noruega y sobre todo Dinamarca, donde surgió hace décadas. De hecho, en el país ya había comunidades de este tipo a finales de los años 60 del siglo pasado, aunque el modelo también caló en Norteamérica y existe actualmente un amplio número de hogares con estas características.

El escaparate del Covid

La pandemia de Covid-19 aumentó el interés por estas viviendas. Fue entonces, hace poco más de tres años, cuando el modelo comenzó a conocerse en España, donde existe ya un par de docenas de hogares de esta clase en ciudades como Madrid, Barcelona, Valladolid o Málaga. Sus entuiastas prefieren ambientes rurales aunque no alejados de las grandes ciudades para poder disponer de servicios próximos.

Básicamente, se demandan viviendas en régimen de alquiler que pagan cada uno de los residentes merced a un acuerdo colaborativo que se plantea de antemano, y la toma de decisiones sobre el hogar común se rige por criterios democráticos.

Es decir, no dejan de ser cooperativas en la mayoría de los casos, en este caso de mayores, donde en la mayoría de los casos se realiza un pago inicial y después se abona una cuota mensual para cubrir los gastos derivados de la vivienda y de su uso.

Proyectos ambiciosos

Para ello se puede recurrir a una vivienda en régimen de alquiler o bien plantear un proyecto más ambicioso y caro, que pasaría por adquirir una vivienda en conjunto y autogestionarla. Dependiendo del número de residentes y de las condiciones y gastos, las cuotas pueden variar muchísimo, aunque todo es negociable en un entorno que tiene el colaboracionismo por bandera.

La idea puede beneficiar a localidades pequeñas que pierden población y, de hecho, algunos ayuntamientos ya se plantean ceder suelo para la ubicación de este tipo de viviendas, lo cual abarataría sobremanera los gastos de los residentes al tiempo que se fomenta la repoblación.

De no ser así la idea corre el riesgo de quedar únicamente para personas solventes, que es, al menos de momento y mayoritariamente, el público mayor de estas nuevas instalaciones.

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