
De acuerdo, es un título demasiado agresivo e injusto para uno de los animales más bellos de la naturaleza. Pero nadie les puede quitar el "san benito", ya que son los mayores depredadores del océano.
Sobre ser unas devoradoras de niños no andamos tan lejos en esta definición, si toda cría es un niño de su especie, pero también es verdad que ni más ni menos que otros animales más cercanos y con mejor imagen.
El significado de este título cobra un porqué más real cuando visitamos Península Valdés. La Patagonia baja en forma de escalinata desde el centro del Cono Sur hacia el mar. La costa atlántica argentina es su último peldaño y aquí se encuentra uno de los enclaves naturales más curiosos, divertidos y agradecidos para ser visitado como turista, biólogo o simplemente como viajero, Península Valdés.
La mayor concentración de leones marinos se encuentra en estas costas. Dichos leones paren sus crías a mediados de enero y estas crías son el aperitivo ideal para cualquier orca que se precie de ser buena cazadora. Por lo tanto, el espectáculo está servido. Entre febrero y abril los ataques a las crías se suceden durante la pleamar. Con una estrategia diseñada en grupo, las orcas se lanzan entre las olas hasta la playa y casi en la misma arena atrapan a los pequeños que están aprendiendo a perder el miedo al océano y usan la siguiente ola para volver al mar. El sabroso bocado es arriesgado para la orca, pues puede quedar encallada, pero un impresionante momento para el observador.
Una visita con al menos un par de noches de estancia en Península Valdés debe estar en cualquier agenda viajera. Sobre todo para los que invertimos una buena parte de nuestros ahorros en conocer Argentina, un país que es casi un continente. Sería imperdonable pasar de largo porque nos quedaríamos cortos.