
La guerra por el control de Aguas de Valencia terminó este jueves, cuando su presidente, el empresario castellonense Eugenio Calabuig, pagó a Caixabank 95 millones de euros por el 50 por ciento de IF Agval, la sociedad que controla el 60,68 por ciento de la mayor empresa de aguas de la Comunidad Valenciana.
La guerra podía haber acabado casi tres años antes, pero el Frob, que en noviembre de 2011 entró como administrador del intervenido Banco de Valencia, vetó el acuerdo de venta de ese mismo paquete accionarial por ese mismo precio al mismo comprador.
Los administradores del Frob, dirigidos por José Antonio Iturriaga -hoy colocado por Caixabank en varios consejos-, descubrieron "graves problemas de liquidez" en el banco valenciano, que paliaron con la venta de participaciones como Nordkapp o el Grupo Chillida, pero se negaron a aceptar la oferta de Calabuig, reiterada durante meses, que nadie podía igualar por la sindicación de acciones, como se comprobó después.
No solo eso, sino que se querellaron contra Calabuig y Domingo Parra, exconsejero delegado del banco, por este y otros pactos.
Esos 95 millones que no ingresó Banco de Valencia los percibe Caixabank, que tras comprar el banco por un euro valoró su participación en Aguas de Valencia en 62,9 millones, con el consiguiente beneficio, y ahora se apunta otros 32,1 millones de plusvalía.
Caixabank se ha visto obligada a vender por un laudo arbitral que, como publicó elEconomista tras consultar a varios expertos, solo podía ser favorable a Calabuig. Para entender por qué se alargó la guerra hay que fijarse en el otro gran accionista de Aguas de Valencia, la multinacional Suez Environnement, propietaria de Aguas de Barcelona (Agbar), donde tiene de socio a Caixabank.
En 2007, al tiempo que se hacía con el control de Agbar, Suez compró a la también francesa Saur su 33 por ciento en Aguas de Valencia por nada menos que 135 millones. La reacción de los accionistas valencianos fue sindicar sus acciones en IF Agval, el 57 por ciento, lo que les obligó a lanzar una opa sobre el 100 por cien, a 90 euros por acción, frente a los 208 pagados por Suez Environnement. Aún así, arañaron un 3 por ciento, hasta el 60,68 por ciento.
IF Agval la constituyeron Banco de Valencia, Fucsa (Calabuig), Lubasa y Vicente Boluda, entonces presidente de Aguas de Valencia, pero estos dos últimos decidieron vender poco después a 150 euros por acción, algo menos de los 159 que ha cobrado ahora Caixabank, de acuerdo con la fórmula establecida en los estatutos.
La denuncia del Frob se produjo porque al vender Boluda y Lubasa, Banco de Valencia tenía derecho a la mayoría de IF Agval, pero permitió a Fucsa tomar el 50,01 por ciento. Según declararon Calabuig y Parra en la Audiencia Nacional en el único asunto por el que de momento han sido citados, lo hicieron así porque el empresario amenazó con salirse también y el banco quería un socio tecnológico valenciano.
Ya solos en IF Agval, Calabuig y Parra forzaron una opa de exclusión de bolsa de Aguas de Valencia en 2008 justificada por la escasa liquidez del valor. Suez Environnement la impugnó, pero la CNMV la aprobó en 2009, a 150 euros por acción. Acudió un 3,96 por ciento, que ahora está en autocartera.
El derecho de tanteo
La batalla se enquistó hasta que Banco de Valencia entró en barrena en 2011. Calabuig y Parra quisieron zanjarla antes de la dimisión de éste, en octubre, y de la intervención del banco un mes después. Lo evitó el Frob, de cuyo consejo rector era miembro el presidente de Caixabank, Isidro Fainé, hasta 2012.
Fucsa y Banco de Valencia habían mantenido en IFAgval el derecho de tanteo, y ese derecho es el que ejerció Calabuig cuando Caixabank compró la entidad, al entender que equivalía a una venta indirecta del 50 por ciento de la sociedad instrumental.
Así, la entrada en escena del banco catalán frente a un Eugenio Calabuig ya solo fue la gran esperanza de Suez Environnement, pero ha acabado siendo la solución para el empresario castellonense.