El Ayuntamiento de Valencia se sumó ayer a la ola de tasas sobre los cajeros automáticos de los bancos en fachadas, un tributo que se está generalizando ante las dificultades para recaudar que tienen muchos municipios.
El Consistorio que preside Rita Barberá rechazó hace un año una enmienda del grupo Compromís que proponía esta tasa, pero ahora ha anunciado que la incluirá en la ordenanzas fiscal de 2014 con el objetivo de recaudar entre 140.000 y 150.000 euros al año.
En la capital valenciana existen unos 300 cajeros automáticos en fachadas -por los del interior de las oficinas no se tributa-, según el concejal de Hacienda, Silvestre Senent, quien anunció para 2014 otro tributo nuevo poco común, una tasa por la realización de actividades de grabación y filmación en los cementerios municipales.
La tasa establece tres categorías fiscales, determinadas en función de los valores catastrales del suelo donde se ubique cada cajero. Así, los precios anuales serán de 592 euros en la categoría fiscal primera, 532,8 en la segunda categoría y 503,2 en la tercera.
Está en línea o incluso por debajo que otras ciudades que han introducido este gravamen, como Sevilla, donde está entre 315 y 693 euros; Badajoz, donde se sitúa entre los 450 y 595; Málaga (600); Ciudad Real (entre 215 y 538).
En El Campello, 1.000 euros
Barcelona, que tiene unos 600 cajeros que dan a la calle, es la capital española con la tasa más alta por este concepto, con un máximo de 855 euros al año, aunque la horquilla es muy amplia y en las calles menos comerciales el coste para los bancos es de solo 171 euros. Los gravámenes se revisaron al alza el pasado 1 de julio y supusieron una subida del 28 por ciento.
No obstante, el consistorio que más aprovecha al actividad de los bancos en la calle es el de El Campello (Alicante), que el pasado mes de julio aprobó implantar la nueva tasa con una cuota de 1.000 euros por cajero.