
Todo en la Universitat de València está ya listo para acoger la próxima semana, el 5 y 6 de mayo, la Junta General de Accionistas de Universia, la universidad de universidades. Serán dos días de examen para la sociedad, que tiene como accionistas a las propias universidades y a su mecenas, el Banco Santander, y serán también dos días de reflexión sobre los grandes retos en que se haya embarcado el sistema universitario, aquí en España, pero también al otro lado del Atlántico. No en vano son más de un decena los países con voz y voto en Universia, que representa a un entramado de más de mil universidades, españolas y latinoamericanas, diez millones de estudiantes y un cuadro de 800.000 profesores.
¿Qué ha aportado Universia en estos ocho años de existencia?
Universia se ha consolidado como una plataforma que aprovecha las últimas tecnologías para mejorar la vida universitaria y la capacidad docente. Sin embargo, va más allá, y funciona como un vínculo de cohesión universitaria, que nos permite a las universidades poner en común nuestra oferta y nuestros retos, pero con una orientación principal al colectivo de estudiantes de toda España y de 11 países latinoamericanos, y con visos de que se amplíe a otros ámbitos, como el mundo de habla hispana de Estados Unidos y a algunos países europeos, próximos a España.
¿Cómo se compagina la colaboración en Universia con la fuerte competencia de las universidades por captar estudiantes?
En la sociedad moderna, la competencia no pasa nunca por ocultar lo que uno hace. Si quiero tener a los mejores estudiantes, no puedo esperar a que vengan si no saben que existo. Para las universidades es un reto, pero también una oportunidad, hacer público en Universia nuestras capacidades y oferta.
La expansión a los países europeos, ¿supone un salto cualitativo?
Universia surgió con un denominador común, por ser una sociedad y una plataforma soportada en la lengua castellana, pero ahora está considerando el fenómeno que se va a producir cuando se desarrolle plenamente la convergencia europea, y el dominio de acción de nuestras universidades se extienda a todos los países que han suscrito el compromiso de Bolonia. Será un contexto donde uno de los principios que dio carta de naturaleza a Universia, el idioma, entrará en otra dimensión. Si queremos abarcar a muchos países con lenguas diferentes, tendremos que recurrir a la lengua franca, que es el inglés.
¿Cuál es el origen del déficit de financiación de la universidad?
La financiación de las universidades está pidiendo a gritos una revisión a fondo para que las misiones que se le encargan lleven aparejadas sus correspondientes recursos. No puede ser que la financiación se base exclusivamente en el alumno matriculado. Necesitamos un plan estable y a largo plazo. Yo fui estudiante cuando en España había 13 universidades, y ahora hay 75. Ese es un diferencial que no se puede corregir y abordar con crecimientos porcentuales al año.
¿Es racional que existan en España 75 universidades?
Yo debo felicitar a quienes tomaron la decisión política de extender la oferta universitaria. Con 75 universidades, no estamos lejos de la media, pero debemos convencernos de que no todas pueden ser iguales ni optar a las mismas cosas. Es cierto que está pendiente el debate sobre el tamaño que debe tener una universidad. En España somos una docena de universidades históricas, con una dimensión, que empieza a ser de difícil gestión.
¿Está reduciéndose el mercado con menos estudiantes?
No estamos perdiendo estudiantes, sino que es una situación de ajuste de la oferta y la demanda por factores como la menor natalidad, la mayor oferta y la competencia de otras vías de acceso al mercado laboral. Ese ajuste, además, no puede servir de excusa para reducir los recursos. Si un aula pierde un 10 por ciento de estudiantes en un año, el aula es la misma, los profesores también y los medios seguro que más y mejores.
¿Cómo valora el nuevo Ministerio de Ciencia e Innovación?
Apunta bien por la estructura y por las personas que han asumido la responsabilidad. Conceptualmente es una buena decisión por esta triple misión de la universidad: enseñar, investigar y transferir. Hay una pequeña laguna, porque la universidad es la cima de un proceso formativo, que arranca desde la educación más básica. Ahí se ha producido una fractura, aunque esperamos que la coordinación entre los dos ministerios permita que sea mínima y no genere problemas.
¿Cómo está de satisfecho con la relación universidad-empresa?
Es necesario trabajar en positivo. Los sistemas de desconfianza están desapareciendo a un ritmo razonable, aunque habría que incrementarlo. Universia es un magnífico ejemplo de los avances en esta materia, y de que cuando una empresa ha creído en la universidad, ha encontrado todo su respaldo . Estamos en el buen camino, aunque quede pendiente desarrollar iniciativas como las joint venture con empresa y universidad coincidiendo en un proyecto único y de forma simultánea.