Turismo y Viajes

4 lugares que no puedes perderte en Lituania

Recién estrenada su pertenecía a la zona euro, Lituania se perfila como uno de los secretos mejor guardados de Europa. La más meridional de las repúblicas bálticas está repleta de rincones que harán que el viajero se enamore perdidamente y quiera volver, una y mil veces, para seguir explorando esta ex república soviética.

Para terminar de convenceros, os voy a dar cuatro consolidadas razones de por qué Lituania debe aparecer en vuestros próximos planes viajeros. Cuatro lugares con los que dejaréis de encasillarla junto a sus otras dos hermanas bálticas y empezaréis a verla como un país independiente, con mucho que ofrecer por sí solo.

Nuestra primera parada es Vilna, la capital de Lituania y la joya barroca del báltico. Pasear por sus callejuelas empedradas, dejarse sorprender por la multitud de artistas callejeros que copan su centro histórico o hipnotizarse con las vistas de esta preciosa ciudad desde la colina de Gediminas, son solo algunas pinceladas de lo que te puede esperar en Vilna. Sin olvidarnos de la República de Uzupis, un pequeño reducto de la vida liberal lituana a escasos pasos del centro de la ciudad.

A 18 kilómetros de la capital encontramos el estéticamente perfecto castillo de Trakai. Como salido de un cuento de hadas, este edificio de ladrillo rojo se alza majestuoso a orillas del lago Galvè. El visitante puede recorrer sus salas de exposiciones y el Museo de Historia de Trakai que alberga en su interior en cualquier época del año; mientras, en verano su patio interior acoge festivales y conciertos al aire libre.

La siguiente parada es la imponente Colina de las Cruces, un pequeño promontorio coronado por más de 100.000 cruces presididas por un enorme Cristo crucificado. Localizada en Siauliai, esta colina representó la repulsa del pueblo lituano a todo lo soviético entre 1963 y 1990. Por ello, los rusos quitaban las cruces por el día y los lituanos volvían a clavarlas durante la noche. No se han vuelto a quitar cruces desde 1985, y a partir de la visita del Papa Juan Pablo II, la colina de las cruces perdió su espíritu pagano y se convirtió en un centro de peregrinación católica.

Por último, nos asomamos al Istmo de Curlandia, una finísima lengua de arena que une Lituania con Kaliningrado, un pedazo de Rusia en Europa. Este parque natural, creado en 1991, es otro de esos lugares que hacen interesante una visita a Lituania. Mientras que un 70% de esta lengua de arena está formado por bosques de pinares, un 25% son dunas y apenas un 5% corresponde a cuatro pequeñas poblaciones. Lo mejor para conocer esta zona agreste y sin urbanizar es alquilar una bici para pasar el día en las dunas y perderse por el bosque de las hadas entre grotescas tallas de madera sobre el folclore lituano.

Pero Lituania no se acaba aquí. Parques Nacionales y muchísima historia relacionada con la era soviética son otros platos fuertes de este pequeño gran país al este de Europa.

Por Marta Aguilera, del blog La Mochila de Mamá

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