Delicado y delicioso. Así es el chocolate belga, uno de los productos más característicos de ese país y que siempre es bien recibido cuando se obsequia. Desde el pasado mes de septiembre, el chocolate es también un atractivo más para los turistas que visitan Bruselas porque acaba de abrir sus puertas el Belgian Chocolate Village, un museo dedicado al más tentador de los alimentos.
Diseñado para convertirse en un agradable punto de encuentro, el Belgian Chocolate Village ocupa 900 metros cuadrados en un edificio del barrio de Koekelberg. Sus visitantes podrán conocer todo acerca de la elaboración del chocolate, desde el origen del cacao a sus usos, pasando por su historia, sus beneficios, su economía... Uno de los espacios más originales del museo es el Invernadero Tropical, donde se reproducen las condiciones en las que crece la planta del cacao junto al resto de las que se integran en su ecosistema, como la vainilla o el chile.
Aunque tiene un afán didáctico -como cualquier museo-, el Belgian Chocolate Village no se olvida de la pléyade de golosos y adictos confesos a este producto que un día llegó de América, del Nuevo Mundo. Por eso, a lo largo del recorrido hay una constante apelación a los sentidos... porque el chocolate siempre es una tentación. Y ningún visitante debe abandonar el museo sin hacer una parada en la sala de degustación, para comprobar la buena mano de los belgas en su confección, y otra parada en la tienda, donde adquirir chocolates de una calidad excelente.
Para no perderse detalle, el visitante español que no domine el francés puede hacerse con una audioguía en español, que le conducirá por este original museo enclavado además en el barrio "correcto". En efecto, desde finales del siglo XIX en Koekelberg se fueron instalando empresas chocolateras de renombre, como Victoria, Meurisse o Côte d'Or. En adelante contarán con un museo que ensalza este producto que para muchos es, sin duda, uno de los placeres de la vida.
Más información:
www.belgianchocolatevillage.be
