Turismo y Viajes

Panamá, la costa selvática de Bocas del Toro

Pasado y presente de un país donde ocho etnias aborígenes mantienen sus lenguas nativas; donde la tradición de balancearse en una hamaca suspendida entre palmeras, todavía es una sana costumbre... y donde el buen vivir está a la orden del día.

La mayoría de los turistas que aterricen en Panama City (capital de Panamá) pueden pensar que el escalofriante skyline que recorta su perfil puede ser la tónica de modernidad que rige arquitectónicamente en el país, y de la que presume en estos momentos de delirante crecimiento inmobiliario. La capital es uno de los puntos de encuentro de Centroamérica más conocidos para reuniones, congresos y eventos relacionados con el mundo del show business internacional; pero el resto del país no es así, y continúa siendo un destino tranquilo para olvidarse por unos días de cualquier asunto de negocios.

Uno de esos lugares privilegiados es el archipiélago de Bocas del Toro, situado en el noroeste del país junto a la frontera con Costa Rica, en pleno Mar Caribe. Es un destino exótico a tan solo una hora de vuelo de la capital, que cuenta con un mar limpio y grandes áreas selváticas, además de la infraestructura necesaria para recibir turistas. Aquí no hay grandes resorts ni apartamentos apilados como cajas de zapatos de cemento. Las casas, casi siempre de dos alturas, son de madera y están pintadas de colores. Son la mejor muestra de la arquitectura popular y de la forma de vida caribeña.

El archipiélago cuenta con nueve islas, a las que sólo es posible acercarse en barca. La mayoría de los hoteles son cabañas sobre palafitos, en las que (conscientemente) han 'olvidado' instalar televisores. Cuenta con innumerables playas con palmeras cansadas, fina arena blanquecina... y en las que tenemos que ir con cuidado para no pisar las estrellas de mar, como en Playa Boca de Drago, en la isla Colón, que parece que las han puesto allí a propósito para hacerles la foto.

Playa de las EstrellasEn la misma isla, a pocos kilómetros de Ciudad de Bocas (Bocas Town, porque aquí no hay que olvidar que desde la moneda oficial -el dólar estadounidense- hasta los letreros de las calles, todo está en inglés), se encuentra Playa Bluff, una playa muy larga con olas muy fuertes, que produce los más altos índices de subida de adrenalina para los surfistas de todo el mundo. Después de surfear, los beach boys suelen pasearse por la vida nocturna de los bares de copas de Bocas Town, que tienen un ambiente nada desdeñable... entre jazz cadencioso y reggae. Tome nota de algunos lugares donde el ritmo no tiene horario: Iguana Bar, Bocas Bambú, Lemongrass o El Barco Hundido.

En la isla Bastimentos se encuentra el Parque Nacional Bastimentos, que alberga los variados ecosistemas que coexisten dentro de los límites del archipiélago. En la isla, aparte de las tortugas marinas que se acercan a sus playas para desovar cuando les toca la nidificación (durante los meses de julio y agosto), habitan perezosos y una diminuta ranita autóctona, la red frog, que como su nombre indica es roja (roja con pintas negras para más exactitud); es fácil de ver y tiene su propio dominio territorial: playa de la Rana Roja, una preciosa playa rodeada de vegetación con pasarelas de madera, tumbonas, sombrillas, mirador y chiringuito.

La isla Zapatilla es la mejor para la práctica del buceo y el esnorquel, ya que está rodeada por un arrecife de coral muy bien preservado. Y la isla Popa es el hábitat de los tucanes.

Si les apetece una visita étnica a los pueblos indígenas, la isla donde perduran las comunidades ngobe es en la isla San Cristóbal. Aunque los ngobe no cuentan con infraestructura para recibir al turismo, acogen con amabilidad a cualquier visitante que llegue, haciendo esfuerzos para poder participar en las actividades del turismo y así diversificar sus ingresos. Las mujeres se dedican a elaborar unas mochilas, llamadas chácaras, hechas con fibra de pita y pintadas con diseños geométricos, que son un buen recuerdo para llevarse un objeto autóctono de artesanía ngobe... de un pueblo noble.

Capítulo importante es la gastronomía de la región, que con su sazón caribeña recibe el nombre de 'bocatoreña'. El arroz, que se cocina de muy variadas maneras, forma parte de la dieta esencial de la zona, pero la más común consiste en servirlo acompañado con patacones (tortas de plátano verde frito y salado); la langosta acompañada de arroz con leche de coco, es otra especialidad; el 'sancocho', un cocido de diversos tipos de carne con vegetales es un plato muy popular; y también el 'rondón', estofado de verdura y pescado. Los ceviches de calamar y corvina constituyen los complementos habituales de un sabroso menú. De postre puede degustar una mousse de maracuyá con merengue al que, por influencia yanqui, llaman reddiwip (que es una popular marca de nata en spray).

Por último mencionar la jerga lingüística con la que se comunican los ciudadanos de Bocas, que no deja de tener su gracia. Al dialecto le llaman guari-guari, y consiste en una extraña mezcla de inglés, español y algunas palabras de lenguas nativas. Así "¿Qué pasa?" sería '¿Wapin?' (de What's happenig); y un 'Chingongo' es un chicle (de chewing gum). Pero no se esfuerce mucho por entender su idioma, porque con el carácter tan amable que tienen los lugareños, se resuelve cualquier pega, y seguro que su estancia será igual de gratificante.

Aunque no tengamos datos de lo que le ocurrió a Cristóbal Colón cuando llegó a Bocas del Toro en 1502, en su cuarto y último viaje a Las Américas... seguro que se lo pasó bien.

Cómo ir
La compañía Iberia (www.iberia.com) tiene varios vuelos diarios que conectan Madrid con Panamá City. Desde la capital del país deberá tomar un vuelo doméstico con Air Panama (www.flyairpanama.com), que le transportará en menos de una hora hasta el aeropuerto de Bocas del Toro, situado en la isla Colón.

Más información en:
www.visitpanama.com

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky