Turismo y Viajes

Un juego prohibido pero consentido

En pocos lugares del mundo puedes vivir una experiencia única, prohibida pero consentida.

Los carteles te avisan, pero la excitación y la curiosidad te hacen saltar todas las barreras. Si te lo pidieran sin haberlo visto antes, te negarías, pero basta con ver a los demás para animarte y ser uno más.

La isla del Caribe anglosajón, famosa por los desembarcos de cruceros turísticos, es un paraíso de palmeras, hoteles, resort y playas de aguas esmeraldas. Hasta aquí, podríamos escribir sobre St. Maarten como sobre cualquier otro destino de similares características y semejantes latitudes. Pero no me paro en este relato sobre el color harina de sus arenas coralinas, sino por algo casi imposible de creer pero que es real: sufrir la acometida de la furia que desprende una turbina de un avión reactor, que en ocasiones es todo un Jumbo Boeing 747.

Lo hemos visto en algunas películas. El protagonista intenta subir al avión y es lanzado por la pista como un muñeco de trapo al recibir el chorro de aire de los motores. Y nos hemos preguntado si esto es así o es ficción. Gente cercana a nosotros ha experimentado volar sobre chorros de aire, en maquinas de ocio preparadas para tal sensación, eso si pagando los cinco minutos de rigor que te permiten para disfrutarlo.

Aquí en la playa de Sunset Beach de la isla de St. Maarten, es gratis y la maquina dura todo el día con posibilidades múltiples de repetir sin guardar fila alguna. El final de la pista de despegue está pegada al borde de la playa, tan sólo separada por una pequeña valla metálica. Una imagen vale más que mil palabras y basta con ver el video en el link que os ofrezco:

Vídeo. Volando sobre los chorros de aire de un avión.

El espectáculo mejora entre experiencia y experiencia, ya que se alternan los despegues con los aterrizajes. Ver cómo se aproxima desde el mar un aparato de cuatro motores que maniobra para aterrizar tocando con su tren el inicio de la pista, es poder casi tocarlo con tus manos.

A pesar de los carteles de advertencia, el ser humano es amante del riesgo. En esta ocasión parece que está medido. Sin embargo, si los turistas que aparecen en las imágenes también vieran lo que puede hacer el aire de una turbina con una furgoneta colocada como muestra, tal vez se lo pensarían dos veces.

Mas que de algún que otro arañazo y vapuleo, de lo que debemos cuidar son nuestros enseres de playa, pues algunos despistados los pierden con la broma.

Vean y disfruten, como niños en un parque de atracciones.

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