Turismo y Viajes

Eclipse de Sol en La Isla de Pascua, lo más bello de ver

El primer eclipse solar total de la década sólo pudo observarse de manera completa en medio del Océano Pacífico, en Rapa Nui, la isla más apartada de cualquier continente, lejos de todo y de todos. Territorio insular de la República de Chile y bautizada como Isla de Pascua por el navegante holandés Jacob Roggeveen en conmemoración del día que puso el pié en ella: el Domingo de Resurrección de 1722.

El pronóstico del tiempo parecía no ser muy halagüeño: claro nublado con posibles precipitaciones. Minutos antes del aterrizaje, el pasaje del boeing 767 de la compañía LAN -que iba al completo (120 pasajeros entre business y turista)- se revolvía nervioso como las gallinas de un corral que barruntan tormenta... Y no era para menos, porque todos formábamos parte de la delegación de "curiosos" que en continuos vuelos provenientes de Santiago de Chile y de Tahíti, íbamos llegando a aquella apartada isla del Pacífico con el deseo de vivir uno de los momentos más fantásticos de nuestra vida. Se hablaba de unos cuatro mil visitantes, entre turistas, periodistas internacionales y astrónomos los que nos daríamos cita a las 14 horas (hora local de Pascua) el domingo 11 de julio de 2010; para comprobar cómo ese lugar en la Tierra -o más bien: cómo ese lugar en el Mar- quedaría completamente a oscuras cuando ocurriera el esperado y apasionante fenómeno astronómico. Una oportunidad en la vida para ver cómo anochece en pleno día.

Incluso los españoles estábamos dispuestos a sacrificar la final del Mundial de Fútbol que coincidiría ese mismo día y a esa misma "hora mágica".

Tomamos tierra en el gran aeropuerto Mataveri, y digo "gran" por gigantesco. Sus amplias pistas fueron especialmente diseñadas y construidas por el Gobierno Estadounidense, por si acaso tenía que aterrizar de emergencia la nave Discovery... O por lo menos eso es lo que dicen.

Sobre la pista estaba el jet privado del rico Larry Page (co-fundador de Google) dispuesto a observar el eclipse al igual que nosotros.

No teníamos mucho tiempo que perder. Nosotros ya teníamos el sitio asignado: AhuTahai, la explanada en la que se encuentra uno de los altares de moais más conocidos (por fotografiado) de la isla. Los moais son esos hieráticos colosos de piedra que parecen tener expresión de enfado y del que, todavía hoy, su origen está envuelto en un halo de misterio.

Yo me instalé con trípode y chubasquero (por si acaso...) y me dispuse a cronometrar el tiempo. A las 12:40 horas empezó la Luna a "meterse" en el Sol... lentamente. De inmediato un grupo de bailarines rapanuis que iban en taparrabos, pintados y emplumados, empezaron a danzar y proferir sonidos monosilábicos al ritmo de los tambores. El nerviosismo, el ansia y la expectación subían por momentos al mismo tiempo que disminuía la temperatura ambiental. No llovía y las nubes blancas que contrastaban con el intenso azul del cielo de mediodía, nos dejaban tener un seguimiento segundo a segundo de cómo la Luna se iba apoderando del Sol, llevándoselo hacia la umbría.

Como estaba previsto se hizo la noche a las 14:00 horas, y la temperatura volvió a bajar... y el mar turquesa se volvió parduzco. A través del filtro de mi cámara vi el círculo negro y su esplendente corona solar dominando el Universo.

Cinco minutos duró la magia. Era un espectáculo sobrecogedor que cada uno lo vivía a su manera: Los turistas estadounidenses (que se destacaban) fueron los más eufóricos... risas, besos, aplausos; los japoneses (que también se destacaban) lo exteriorizaron más en silencio... ¡ni un saltito!; otros lloraban; los españoles (yo sabía quiénes eran) parecían gritar "gol"... ¡Qué casualidad! probablemente en aquellos momentos Iniesta estaba marcando "el gol".

Los cánticos y las danzas de los nativos pusieron el broche final a aquella sinergia colectiva. Volvió la luz y la calma. Nos despedimos de la Isla de Pascua. La isla es siempre hermosa, pero haberla vivido con un eclipse de Sol total... ¡Eso pasa una vez en la vida!

Gracias Rapa Nui. Gracias Sol. Gracias Luna. Gracias LAN.

La compañía aérea LAN (www.lan.com), que hizo posible este viaje y poder ofrecerlo a nuestros lectores, tiene vuelos diarios -en el verano pascuense desde Santiago de Chile a Isla de Pascua a partir 450 euros (I/V) y a partir de enero de 2011 también volará dos veces por semana desde Lima.

* Hasta la remota Isla de Pascua ha viajado nuestro enviado especial Pedro Grifol, fotoperiodista, colaborador habitual de elEconomista.es y de revistas de viajes como Viajeros, Mucho Viaje, PARAÍSOS y Rutas del Mundo.

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