
Su nombre original es Bilal, pero, tras el 11M, lo cambió por Santiago, el más español que encontró. El hijo de uno de los yihadistas que llevaron a cabo el operativo del atentado en Madrid tenía entonces 9 años.
Cuando se cumple una década de la inmolación en el piso de Leganés, donde murió su padre junto con otros terroristas y un geo de la Policía española, Santiago recuerda por primera vez su percepción de los atentados y cómo ha vivido tras ellos.
Relata al diario El Mundo que su padre desapareció el día 9 de marzo de 2004 y no volvió hasta el día de los atentados. Diez días después, toda la familia se reunía para celebrar el día del padre en la finca de Morata de Tajuña donde 'El Chino' había montado los explosivos de los trenes y allí intentó convencer a sus familiares de que eran los de ETA los que habrían provocado el atentado.
Santiago se quedó también con la imagen de cómo fue recibido entre aplausos cuando llegó a clase la mañana del 11M, como modo de celebración por parte de sus compañeros de que estaba vivo.
El joven ahora sigue atormentándose por un hecho, el de no haber sospechado de su padre: "Ni mi madre ni yo, jamás, jamás sospechamos nada. No sé cómo lo consiguió".
Un niño con nuevo nombre
Siguiendo los consejos del juez instructor del caso, cambió su identidad y trató de convivir con el estatus de testigo protegido. Inventarse otra vida, opción que intentó, le fue imposible.
Asegura que sigue componiendo un puzzle en su cabeza de todos los detalles que rodearon a los atentados y su objetivo es escribir un libro sobre el 11M en el futuro.