Por Lisa Rapaport
(Reuters Health) - Los niños obesos tendrían papilasgustativas menos desarrolladas para detectar las grasas que losniños delgados, lo que podría influir en el consumo excesivo decomida, según sugiere un estudio pequeño.
"Algunas personas son más susceptibles a la grasaalimentaria que otras", dijo Russell Keast, investigadorespecializado en nutrición de la Universidad Deakin, Melbourne,Australia, y que no participó del estudio.
"Los datos indican que habría un componente genético de larespuesta a la grasa alimentaria que estaría aumentado en laspersonas obesas", agregó por e-mail.
La Organización Mundial de la Salud estima que hay 60millones de niños (9 por ciento) con sobrepeso u obesidad en elmundo. Eso los hace más vulnerables a la obesidad en la edadadulta y eleva el riesgo de muerte prematura, problemasrespiratorios, cardiopatías, diabetes, hipertensión, fracturas ytrastornos de salud mental.
El estudio del equipo de NaÃm Khan, de la Universidad deBourgogne, Francia, evaluó la percepción del sabor de la grasaen 116 alumnos de Algeria de entre 7 y 8 años. El grupo incluía57 niños obesos y 59 niños con peso normal; con la mismaproporción de varones y mujeres.
Los niños concurrieron a una clínica con el estómago vacíopara realizar una prueba de sabor de distintas bebidas. Erantres líquidos claros. Uno incluía un ácido graso sin color niolor llamado ácido olénico. Luego, se les pidió a los niños queidentificaran qué líquido era distinto a los demás.
A los participantes obesos les costó mucho más que al restode los niños detectar el ácido graso (una diferencia 40 vecesmenor en la sensibilidad a la grasa). También surgió unacorrelación entre el tamaño de la cintura y el umbral para poderdetectar el ácido graso.
Los autores también analizaron las muestras de saliva de losniños para detectar las variantes del gen CD36, que intervienenen la producción de los receptores químicos de las papilasgustativas que permiten reconocer la grasa.
Una variante del gen CD36, el alelo A, está asociada con ladisminución de los receptores de la grasa, de modo que unportador de ese alelo necesitaría, en principio, saborear másgrasa para poder detectarla.
El alelo A era más común en los niños obesos y estabaasociado con un aumento del riesgo de obesidad.
Estudios previos habían relacionado esa variante con elgusto por los alimentos ricos en grasa, según recordó KathleenKeller, investigadora especializada en alimentos de PennsylvaniaState University y que no participó del estudio.
Aunque aún se desconoce la naturaleza real de esainteracción, Keller consideró que podría ser que una dieta ricaen grasa sea lo que disminuya en los niños obesos lasensibilidad de esos receptores en el tiempo.
En International Journal of Obesity, el equipo publica quese necesitan estudios más grandes para sacar conclusiones másamplias.
"La variante es importante, pero habría que replicar estosresultados en una cohorte más grande con un grupo controladecuado", indicó Latisha Love-Gregory, investigadoraespecializada en nutrición de la Facultad de Medicina deWashington University, St. Louis, Missouri.
"No sabemos si la variante genética, que reduce lasensibilidad a la grasa, puede aumentar o disminuir el consumode grasa, de modo que sería difícil hacer recomendacionesalimentarias en este momento", agregó Love-Gregory, que noparticipó del estudio.
"Independientemente de los antecedentes genéticos, mejorarla alimentación de los niños con sobrepeso u obesidad esfundamental para reducir el riesgo de complicaciones asociadascomo la diabetes, la enfermedad cardiovascular y lahipertensión".
FUENTE: International Journal of Obesity, online 24 demarzo del 2015.