Por Astrid Zweynert
MIN SAW, Myanmar (Fundación Thomson Reuters) - Ka Lar Nar seenfermó de malaria por sexta vez cuando trabajaba lejos de casaen su pequeña granja en medio de la jungla del sureste deMyanmar, pero esta vez fue mucho más difícil superarla.
Luego de dar positivo para malaria, recibió un curso de tresdías sobre medicamentos impartido por un voluntario de saludcomunitaria en su localidad, pero aunque su fiebre bajó,continuó con dolor de cabeza y otro análisis volvió a salirpositivo.
Los expertos dicen que su caso podría ser una señal deresistencia a los medicamentos del parásito que se transmite pormedio de los mosquitos y que se ha extendido por Myanmar y otrospaíses en la cuenca del río Mekong, en lo que amenazaconvertirse en la próxima gran emergencia global de salud si sepropaga a India y África.
"Esta fue una oportunidad perdida", dijo Eisa Hamid, una epidemióloga que trabaja con Naciones Unidas en Myanmar, quiense especializa en controlar y evaluar programas sobre malaria.
Normalmente, tras tres días de tratamiento la sangre delagricultor debería haber aparecido libre de los parásitoscausantes de la malaria.
"Con cualquier paciente que muestre resultados positivos enlos exámenes después de tres días de tratamiento tenemos quesospechar resistencia a los medicamentos. Se tendrían que haberhecho análisis de sangre más sofisticados porque podría aún serportador de parásitos que causan la malaria", agregó.
NUEVO PUNTO DE PARTIDA PARA LA MALARIA
La tasa de mortalidad por malaria cayó un 47 por cientoentre el 2000 y el 2014 en todo el mundo, pero igualmente causóla muerte de 584.000 personas en el 2013, la mayoría de ellas enel África subsahariana, según la Organización Mundial de laSalud (OMS).
Gran parte del éxito de luchar contra la enfermedad se debaal uso de terapias combinadas (ACT, por su sigla en inglés)basadas en artemisina, una hierba china, que ahora estáamenazada pues los parásitos de la malaria se han vueltoresistentes a los fármacos.
Expertos dicen que Myanmar, con la carga más pesada demalaria en la región, es la próxima frontera en la propagaciónde la resistencia a la artemisina.
Ubicado entre el Mar de Andamán y los Himalayas y fronterizocon India y China -donde reside el 40 por ciento de la poblaciónmundial-, Myanmar se encuentra en una posición única para frenarla propagación de la resistencia a India y África.
"Necesitamos actuar rápido para evitar una gran catástrofe",dijo Pascal Ringwald, del Programa Global de la Malaria, de laOMS. "Las consecuencias podrían ser desastrosas", agregó.
Si el problema se extiende más allá de la región, lahistoria se repetirá una tercera vez. El microorganismo quecausa la malaria desarrolló resistencia a los fármacos en lazona anteriormente y se expandió a África causando millones demuertos, especialmente niños.
Pero la urgencia es mayor esta vez pues aún no estándisponibles nuevos medicamentos para reemplazar las ACT.
"La resistencia a la artemisina podría borrar muchos de loslogros que hemos tenido en contener la malaria y no hay nada aúnpara reemplazarla", dijo Nyan Sint, epidemiólogo y funcionarioregional sobre malaria que trabaja con el programa gubernamentalde control de la enfermedad.
Antes de ser identificada en Myanmar en el 2008, se hallaronseñales de la resistencia en Camboya y desde entonces también seconfirmó en Tailandia, Laos y Vietnam, según la OMS.
La razón por la que los parásitos se volvieron resistentes alos fármacos no está del todo clara pero los prolongadosconflictos civiles, las densas selvas, migración y la calidadpobre de los medicamentos podrían haber jugado un papel en ello.
El costo humano y económico de fracasar en frenar lapropagación sería enorme, según un modelo publicado en MalariaJournal en noviembre.
El estudio estimó otras 116.000 muertes por año si no sedetiene la resistencia a la artemisina. Los costos médicospodrían superar los 32 millones de dólares por año, mientras quelas pérdidas de productividad por un aumento en casos yfallecimientos se estiman en 385 millones de dólares.
¿PEOR QUE EL ÉBOLA?
Francois Nosten, un experto francés en malaria que haestudiado la enfermedad a lo largo de la frontera de Myanmar yTailandia por unas tres décadas, dijo que la resistencia a losfármacos es una amenaza silenciosa en riesgo de ser pasada poralto pues la atención del mundo está puesta en el brote de ébolaen África Occidental.
"Uno no ve gente muriendo en las calles, como con el ébola,pero las consecuencias de una mayor propagación podrían sermucho peores", advirtió.
En Myanmar los medicamentos que componen las ACT aúnfuncionan pero están fallando en el oeste de Camboya, una señalde que la lucha contra la resistencia a los medicamentos correcontra el tiempo.
Aproximadamente un 60 por ciento de los 51 millones dehabitantes de Myanmar viven en áreas donde la malaria esendémica, muchos de ellos son inmigrantes y personas que residenen zonas rurales de difícil acceso.
El número de personas que muere por la enfermedad cayómarcádamente luego de que las ACT fueran más accesibles, pero elpaís aún registró 333.871 casos de malaria en 2013 y 236fallecimientos, según información de la OMS.
En el estado de Kayin, se han logrado progresos desde rigeun cese al fuego de enero del 2012 entre el Gobierno y la UniónNacional Karen que puso fin a una de las guerras civiles máslargas del mundo.
Poblados como Min Saw solían tener muchos casos de malariapero el mejor acceso a trabajadores de salud desde el cese alfuego, a las ACT, análisis de diagnóstico rápido y distribuciónmasiva de redes con insecticida llevaron a una marcadadisminución.
Las organizaciones internacionales de ayuda han estadotrabajando con grupos étnicos y el Gobierno para establecer unared de 1.500 voluntarios de salud en los poblados que puedandespachar las ATC.
Pero miles de los residentes del estado de Kayin, con 1,5millones de habitantes, continúan sin cobertura porque viven enáreas de difícil acceso, a veces aún controladas por gruposétnicos armados que limitan el ingreso a los trabajadores desalud del Gobierno.
La desconfianza tras cinco décadas de gobierno militar enMyanmar tiene aún raíces profundas en el estado de Kayin, dondelos habitantes se recuperan de los bombardeos, explosiones deminas antipersonales y desplazamiento obligado.
La situación es también complicada por medicinas contra lamalaria falsas o de baja calidad despachadas en las tiendas delos poblados, que en vez de matar a los parásitos los hace másfuertes.
"Esto es un gran problema", dijo el ministro de Salud delestado, Aung Kyaw Htwe. "Estamos intentando educar a losvendedores de no vender estas medicinas y a las personas paraque no las tomen", agregó.
En Min Saw, donde un paquete con coloridas tabletas que sesupone contienen medicamentos contra la malaria se vende por 10centavos, los pobladores como Ka Lar Nar dice que a veces es másfácil comprar medicinas del "curandero" que ver a un trabajadorde salud.
(Reporte de Astrid Zweynert, Editado en español por PatriciaAvila)
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