
No se arruga. El presidente de Telecom Italia, Franco Bernabé, se mantiene firme en su empeño de salvar la compañía sin tener que vender las joyas de la corona. En unas declaraciones realizadas en el Senado, el primer ejecutivo de la teleco transalpina rechazó categóricamente las posibles desinversiones de sus filiales en Brasil y Argentina, desoyendo las recomendaciones de las casas de análisis.
Las palabras de Bernabé no debieron satisfacer a los principales socios del operador, que en sus círculos de confianza abogan por hacer caja a golpe de desinversión. El plan de viabilidad que esgrime Bernabé, y que tendrá que defender en el consejo del próximo 3 de octubre, aboga por promover una ampliación de capital abierta "tanto a inversores actuales como a nuevos accionistas", añadió el presidente.
La inyección financiera que propinaría a Telecom Italia la venta de la filial brasileña (y en menor medida de la argentina) resolvería de golpe todas las apreturas financieras del grupo. Se estima que TIM dispondría de un valor próximo a los 10.000 millones de euros, un auténtico tesoro para unas entidades financieras obligadas a sanearse. La cartera industrial de Generali, Mediobanca e Intesa Sanpaolo sólo han generado quebraderos de cabeza. Por no hablar del riesgo cierto que representan las agencias de calificación crediticia.
Por el contrario, Bernabé considera que la venta de TIM Brasil y la argentina, Sofora Telecomunicaciones, mutilaría la proyección de crecimiento y negocio internacional del grupo. El ejecutivo también precisó que la venta de los activos brasileños no es tarea fácil, ya que requiere de unos plazos con los que la teleco no dispone debido a la presión de su deuda de 28.700 millones y el acecho de las agencias de calificación. De esa forma, Bernabé cruza los dedos para que su plan de negocio resulte convincente y no se vea obligado a dimitir.
Por su parte, el primer ministro italiano, Enrico Letta, recordó ayer a los que critican el acuerdo de Telefónica que la firma energética española Endesa es propiedad de la italiana Enel. "El problema no es de la nacionalidad de las inversiones, sino de los intereses del país", dijo.