
El presidente de los Estados Unidos ha firmado esta semana una orden ejecutiva destinada a mantener el liderazgo en computación del país y, de paso, a defender el orgullo tecnológico norteamericano frente a la amenaza china.
El objetivo de esa iniciativa es crear un ordenador capaz de alcanzar una velocidad de procesamiento jamás visto: un exaflop. O lo que es lo mismo, 1.000 petaflop. O, para entenderlo aún mejor: un trillón de operaciones por segundo... que viene a ser algo así como mil millones de veces más que el ordenador personal con el que se ha escrito esta pieza.
De momento, Estados Unidos sigue a la cabeza por volumen de superordenadores, y cuenta con más que ningún otro país del mundo en el ránking TOP500, que recoge las 500 máquinas más rápidas del planeta.
El problema es que China ha acelerado el paso y cuenta, a día de hoy, con la computadora más potente. Se llama Tianhe-2, los fines para los que se construyó son teóricamente sólo científicos, y cuenta con una potencia de 36,86 petaflop.
Intentando emular el modelo de decisiones centralizadas del gigante asiático, Obama pretende ahora aunar los esfuerzos que múltiples agencias veían haciendo hasta ahora al desarrollar sus propios computadores, para concentrar los resultados y meter de lleno a su país en la 'exaescala', un mundo de computación completamente nuevo que podría revolucionar campos tan variados como la predicción meteorológica o la biología molecular.