Una jugarreta del experto en seguridad Chris Roberts le ha costado una prohibición sine die para volar en los aviones de la norteamericana United Airlines, pero al menos ha servido para poner al FBI sobre la pista de la nueva amenaza para la seguridad aérea: que los viajeros hackeen los sistemas informáticos del avión.
Roberts, que llevaba meses advirtiendo de la vulnerabilidad que presentan los aviones que cuentan con redes inalámbricas, ha demostrado que se puede acceder a algunos de los sistemas críticos de las aeronaves más modernas y ha recordado que, de la misma forma que utilizó su acceso para enviar un inocente tweet, podría haber manipulado los sistemas de alerta de la nave, encendiendo la alarma de motores o haciendo que se desplegasen súbitamente las máscaras de oxígeno.
El FBI, que esperaba a Roberts en la puerta por la que desembarcó del vuelo en el que había realizado demostración, se ha tomado al fin la amenaza en serio, y ha emitido una serie de recomendaciones que por el momento atañen a las aerolíneas.
La policía de EEUU pide así a las compañías que informen de cualquier conducta sospechosa, y que estén muy atentas a la actividad que se registre en los logs de registro de sus redes informáticas.
