
Los tiburones se hunden si dejan de nadar. Algo parecido sucederá con British Telecom (BT) si no se mueve. El gigante no puede quedarse parado mientras Vodafone, Virgin Media o incluso TalkTalk toman posiciones para ofrecer servicios convergentes de fijo, móvil, banda ancha y TV.
La cojera histórica del antiguo incumbente británico debe repararse cuanto antes y para ello tiene tres posibles caminos: el primero, más sencillo y rápido consiste en alcanzar un acuerdo de operador móvil virtual (OMV) con algún socio que le permita incluir el celular en su catálogo. Eso supone ir de prestado en el móvil, pero también ponerse a competir desde el primer minuto, sin desembolsos multimillonarios ni pesadillas regulatorias.
La segunda opción pasa por comprar el negocio de móvil de Telefónica, a golpe de talonario y de papelitos. César Alierta no quiere salir del Reino Unido, aunque todo tiene un precio.
La tercera vía pasa por llegar a un acuerdo con la alianza Everything Everywhere, integrada por Orange y Deutsche Telekom, que también estarían encantados de hacer números. BT sabe que tiene que moverse y no precisamente por carecer de vejiga natatoria.