Cualquier nuevo desarrollo tecnológico suele traer consigo utilidades insólitas que difícilmente podrían haber imaginado sus creadores. Es el caso de las pulseras inteligentes, muy de moda en Estados Unidos para monitorizar la actividad física de sus portadores, y que han servido para mostrar gráficamente cómo se percibió el terremoto del pasado domingo en California.
Utilizando los datos que contínuamente envían a sus servidores centrales miles de usuarios de Jawbone, esta compañía con sede en San Francisco ha trazado una gráfica (ver arriba) en la que se puede ver reflejado con claridad el efecto que tuvo el seísmo sobre los ritmos fisiológicos de sus usuarios.
Expresando en porcentaje el número de usuarios que estaba despierto en cada momento de la noche frente aquellos que permanecieron dormidos, es fácil comprobar como el número de usuarios activos iba disminuyendo conforme llegaba la medianoche.
Pasadas las 3.20 horas, los servidores de Jawbone comenzaron a echar humo al mismo ritmo al que las pulseras contaban el número de usuarios que se iban despertando súbita y simultáneamente.
Ese era, precisamente, el mismo momento en el que se estaba produciendo el temblor, de magnitud 6 en la escala Richter y el mayor de los últimos 25 años en la zona.
Este curioso uso del big data ha permitido a la compañía incluso desglosar el efecto del terremoto por ciudades, de manera que es fácil comprobar cómo los habitantes de las ciudades más cercanas al epicentro lo notaron con mucha más intensidad, como por otra parte hubiera sido previsible.
"Una vez despiertos, a los residentes les costó bastante tiempo volverse a dormir, especialmente en las zonas donde (la tierra) vibró más. De hecho, hasta el 45% de los usuarios que vivían a menos de 24 kilómetros del epicentro ya no volvieron a dormirse después del seísmo", afirma en su blog la compañía.