
Han pasado mil días desde aquel 5 de octubre de 2011. Cuentan que sucedió a las tres de la tarde en California y que las últimas palabras de Steve Jobs fueron: "Oh! wow!". El fundador de Apple dejó huérfano de su talento a un sector tecnológico cuyo legado ha crecido felizmente desde entonces.
En enero de aquel 2011, el fundador de Apple dejó encarrilada su sucesión al reconfirmar a Tim Cook como patrón de la compañía. Ese mismo año, Jobs decidió pelear contra el cáncer, por métodos alternativos, pero sin descuidar las grandes líneas estratégicas de la empresa. Dicen que trabajó para su empresa hasta el día de su muerte. Justo en ese instante, la multinacional de la manzana abrió una nueva etapa, con unos resultados de los que presumiblemente podría sentirse orgulloso el fundador.
Los agoreros que vaticinaban el declive de Apple sin su alma máter se han equivocado de forma estrepitosa. El valor en bolsa de la compañía ha crecido más del 76% desde el adiós de Jobs. El reconocimiento de marca siguió ascendiendo, al tiempo que los inversores brindaban con el multimillonario reparto de dividendos y la recompra de acciones del gigante, todo ello por un valor de 45.000 millones de dólares.
La pasada primavera, el consejo de Apple autorizó otro incremento en el programa de reintegro de capital a los accionistas por un importe superior a los 130.000 millones de dólares, a la vez que emprendía un split de acciones de siete por uno. Con semejantes logros, el director financiero de Apple, Peter Oppenheimer, podrá cumplir su deseo de jubilarse el próximo septiembre con la satisfacción del deber cumplido.
Pero echemos la vista atrás. Un día antes del fallecimiento de Jobs, Apple desveló su iPhone 4S, que el tiempo y el mercado luego convirtieron en el smartphone de Apple más vendido de la historia. Un año después nació el iPhone 5 y en 2013 llegaron las versiones 5C y 5S.
Sin el carisma de Jobs, la compañía de Cupertino presentó su nuevo iPad, una tercera generación de la tableta que luego tuvo su continuidad con el iPad Mini y con otra edición mejorada de la tableta con pantalla Retina. En octubre de 2013 se alumbró el iPad Air y el iPad Mini con pantalla de alta resolución. La máquina de producir e innovar de Apple mantuvo el ritmo sin concesiones a la nostalgia. El estreno de iCloud, la nube de Apple, se produjo en pleno luto por Jobs. Durante 2012, la firma lanzó el nuevo Apple TV con alta definición, el MacBook Pro con pantalla Retina y los nuevos iPod Touch e iPod Nano, junto con iMac cada vez más potentes. En 2013 empezó a sonar el iTunes Radio y se extendió el iOS7 y el OS X Mavericks por el universo de la manzana.
La tienda de aplicaciones App Store pasó de los 25.000 millones de descargas de marzo 2012 a los 50.000 millones de mayo de 2013, con unas ventas que superaron los 10.000 millones de dólares durante el año pasado.
Diversificación de productos y servicios
La diversificación de productos y servicios de Apple mantuvieron el ritmo que hubiera deseado el padre de la criatura. También la misma filosofía de facilitar la vida más fácil a la gente. A golpe de diseño e innovación, sentido común y olfato comercial, la multinacional se ha abonado a los récords de beneficios e ingresos de un trimestre para otro. Su entrada en China fue la guinda a una diplomacia empresarial que reportará suculentos réditos a la multinacional en los próximos años.
La pasada primavera, Apple desveló su CarPlay, una herramienta que permite integrar el iPhone con los coches. A finales de mayo, Apple realizó una de sus mayores compras con la adquisición de Beats, operación que seguro hubiera aplaudido Jobs donde quiera que esté.
Han pasado muchas cosas en esos mil días sin Steve Jobs en Apple. Pero si el patrón se levantara de la tumba apuesto, apuesto a que podría volver a exclamar algo parecido a "oh wow!".