
Apple tiene motivos para bendecir el carácter temperamental de su fundador. Según se desprende en el libro Steve Jobs, que el viernes se pone a la venta en España, los cambios de humor del genio de Cupertino solían resultar provechosos para la compañía de la manzana.
A modo de ejemplo, como fruto de uno de sus habituales arrebatos de cólera, Steve Jobs marcó las pautas que debía respetar la tableta electrónica multitáctil que luego se convirtió en el iPad. Lo hizo tras emprender contra algunos de los procedimientos de los que presumía Microsoft.
Fue en una cena de celebración de cumpleaños de Bill Gates, a la que asistió Steve Jobs de muy mala gana en la residencia del magnate y en la que "no estuvo especialmente amistoso", el gurú se quejó de un empleado de firma de Windows, amigo de la familia Gates, "que no hacía más que darle la lata con que Microsoft iba a cambiar completamente el mundo con su software para tabletas electrónicas, que iba a eliminar todos los ordenadores portátiles y que Apple debía hacerse con licencias de uso de su software de Microsoft".
"A la mierda Microsoft"
Según Jobs, "todo el diseño de aquel dispositivo estaba mal. Tenía un puntero. En cuanto tienes un puntero, estás muerto. Aquella cena era como la décima vez que me hablaba de ello, y yo estaba tan harto que llegué a casa y me dije: A la mierda, vamos a enseñarle lo que puede hacer de verdad una tableta".
El caso es que, al día siguiente, Jobs reunió a su equipo y les conminó a fabricar una tableta que "no puede tener puntero ni teclado. Los usuarios debían ser capaces de teclear tocando la pantalla con los dedos". ¿Seréis capaces de fabricarme una pantalla así?, preguntó Jobs a los suyos.
Seis meses después ya tenía en sus manos "un primer prototipo, rudimentario, aunque viable". "Me quedé alucinado", recordaba Jobs. Todo eso sucedió en 2005. Es decir, "la idea que dio origen al iPad se plasmó antes en el iPhone, contribuyó a su nacimiento y ayudó a darle forma".
"Motorola, empresa estúpida"
Un arrebato similar provocó al alumbramiento del iPhone, en este caso contra Motorola. Según desvela la biografía escrita por Walter Isaacson, en un encuentro entre Jobs y Ed Zander, consejero delegado de Motorola, este último le adelantó su intención de integrar en el teléfono móvil una cámara digital y un iPod, lo que luego tomó cuerpo en el Rokr, el presunto teléfono del futuro. Según desvela la biografía, Jobs se subía poco menos que por las paredes.
"Estoy harto de tratar con empresas estúpidas como Motorola -dijo en una reunión de revisión del iPod-. Hagámoslo nosotros mismos". Jobs solía ilustrar a sus allegados con los motivos por los que los móviles eran una basura. De esa forma, indica el libro, "Jobs y su equipo comenzaron a entusiasmarse ante la posibilidad de fabricar el teléfono que ellos mismo querrían utilizar. Esa es la mejor motivación de todas", afirmó Jobs.