
Esta misma semana conocíamos cómo Facebook despedía a uno de sus empleados tras comprar acciones en el mercado secundario, donde cotizan los títulos de la red social, y violar la política sobre uso de información privilegiada de la compañía. Cabe recordar que pese a la euforia que se vive en plataformas como SecondMarket y SharesPost, los empleados de Facebook no están autorizados a comprar o vender acciones de la propia compañía. Normalmente, las participaciones que se intercambian en los mercados secundarios pertenecen a ex trabajadores o se han emitido expresamente por la compañía en cuestión.
Como adelantó el portal TechCrunch el pasado 31 de marzo, Michael Brown, se hizo con acciones de Facebook justo antes de que Goldman Sachs oficializase su inversión en la red social de Mark Zuckerberg. En su defensa, su abogado, Edward Swanson, afirma que esa adquisición de participaciones se realizó en septiembre del año pasado, mucho antes de conocerse el acuerdo con Goldman.
De cualquier forma, finalmente Facebook ha preferido curarse en salud y despedir al trabajador mientras que desde la Comisión de Mercados y Valores de EEUU (SEC, por sus siglas en inglés) este hecho seguirá despertando muchas sospechas para Mary Schapiro y su equipo. Fuentes cercanas a Facebook confirmaron que el despido se llevó a cabo por el simple hecho de comprar acciones en el mercado secundario y no por conocer de antemano la operación de Goldman Sachs. Aún así, este caso ha abierto la veda que pone en duda la transparencia en el sector.
Al fin y al cabo parece que buena parte de las startups de Silicon Valley, que todavía no se han estrenado oficialmente en bolsa, podrían pensar que la regulación sobre insider trading no es de su incumbencia. De hecho, Henry Blodget, fundador de Business Insider explicó hace unos días que ?inversores de la guarda? como John Doerr, conocido por ayudar a compañías tecnológicas que comienzan a dar sus primeros pasos en el negocio, cuentan con una filosofía de inversión peculiar: ?si no hay conflicto, no hay interés?.
Es decir, si Doerr y su entidad Kleiner Perkins no tienen el privilegio de poder acceder a información que pueda desatar un posible conflicto de interés respecto a una nueva inversión, el deseo de invertir en una entidad se desvanece. En Silicon Valley existe la ventaja de que como buena parte de sus inquilinos no cotizan en bolsa, los grandes inversores pueden aprovecharse e invertir con privilegios, algo que para una compañía que cotice en bolsa sería, sin duda, insider trading.
Nick Carlson, editor de Silicon Alley Insider, aseguró a la CNBC que esta forma de operar en Silicon Valley se ?extiende de forma amplia? y, de momento, los conflictos regulatorios brillan por su ausencia.
Sin embargo, no debemos olvidar que las normas de uso de información privilegiada no sólo se limitan a las acciones de una compañía que cotice en bolsa sino que se extienden a cualquier tipo de activo u opción de compra. Hasta ahora, parece que la SEC no ha indagado demasiado en los cientos de startups que pueblan la costa oeste de EEUU, aún así, el nacimiento de plataformas como SharesPost o SecondMarket han desatado la euforia por compañías como Facebook, Twitter, LinkedIn, etc? en la que muchos inversores podrían estar operando tras tener acceso a información privilegiada.
La CNBC explicó este hecho en su blog NetNet, escrito por John Carney. Así, sería completamente factible que si, por ejemplo, un empleado de Facebook escucha que la red social podría estar interesada en comprar Foursquare, el susodicho podría comprar acciones de dicha compañía en el mercado secundario antes que los rumores lleguen a la calle y comiencen a disparar la cotización de Foursquare. O si uno de los cabecillas de una entidad de capital de riesgo se reúne con el fundador de Foursquare, Dennis Crowley, y éste revela una nueva aplicación que el portal tiene previsto sacar, el inversor puede acceder a comprar acciones de la compañía en SharesPost o SecondMarket en posesión de información material y privilegiada.
En cualquiera de estos dos casos se estaría cometiendo un acto ilegal de insider trading que podría justificar una investigación por parte de la SEC e, incluso, una demanda criminal. No debemos olvidar que bajo la Sección 10(b) del Exchange Act de 1934, Regla 10b-5, la SEC prohíbe el uso de cualquier ?dispositivo engañoso? a la hora de comprar o vender activos o acciones.
La agencia incluyó el uso de ?información material y no pública? como parte de esta normativa, por lo que el uso de información privilegiada puede considerarse como un fraude a este lado del Atlántico. En ningún caso la regulación limita su aplicación sólo a acciones o activos que coticen en bolsa aunque, es cierto, que la mayor parte de los casos de insider trading implican la compraventa de acciones en compañías públicas.