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Astrónomos descubren una pieza clave sobre los agujeros negros que podría resolver el puzle del universo

Núcleo galáctico activo | Max Planck Institute

El Instituto Max Planck de Astronomía (MPIA) se dedica a revelar la naturaleza del universo, investigando desde planetas y estrellas hasta galaxias y agujeros negros. Para ello llevan a cabo investigaciones observacionales y teóricas, diseñando y fabricando instrumentación para telescopios y mucho más. Recientemente, ha revelado un estudio que supone una pieza fundamental en la comprensión de los agujeros negros.

Eduardo Bañados, líder de grupo en el Instituto Max Planck de Astronomía, se especializa en los primeros mil millones de años de historia cósmica, y junto a un equipo internacional de astrónomos ha estudiado los núcleos galácticos activos en el universo temprano. Estos núcleos galácticos activos (AGN por su siglas en inglés) son centros de galaxias extremadamente brillantes.

Este grupo de expertos ha descubierto un hecho que podría explicar cómo los agujeros negros supermasivos fueron capaces de aumentar su tamaño rápidamente en el universo primitivo. La explicación se encuentra en un elemento conocido como blazar, que sirve como marcador estadístico y cuya existencia significa la presencia de una gran pero oculta población de objetos capaces de emitir potentes chorros de partículas.

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Agujeros negros de la galaxia Circinus | NASA/JPL-Caltech

Este hallazgo apunta a que los agujeros negros con estos chorros de energía son capaces de aumentar su tamaño a mayor velocidad que aquellos que no los tienen. Es decir, estos núcleos galácticos activos se consideran motores que impulsan la producción de energía de los agujeros negros. Esta investigación realizada por Bañados se basó en el desplazamiento al rojo cosmológico.

Este término hace referencia a aquellos elementos que, debido a la expansión cósmica, se ha desplazado su luz a longitudes de onda mucho más largas que en las que se emitió la luz. Por ello, el equipo realizó búsquedas sistemáticas de objetos tan desplazados al rojo que no aparecían en la luz visible habitual pero si lo hacían en un sondeo de radio.

Haciendo uso de su avanzada tecnología, encontraron un AGN considerado un blazar , del cual pudieron determinar su distancia y que les permitió conocer nueva información sobre cómo era el universo hace 12.900 millones de años. Lo nombraron 'J0410–0139' y es un hecho muy poco común y que demuestra la posible existencia de otros núcleos galácticos activos desconocidos.

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