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Dr. Martens, la bota de los pobres que pisa las grandes pasarelas de moda

  • El año pasado, registró un incremento del 30% por su modelo vegano
  • La bota fue creada en 1960 para cubrir las necesidades de las clases trabajadoras
  • Se han convertido en un icono de artistas como Clara Delavigne, Nirvana o Pearl Jam
Modelo 1460 Dr. Martens. Dreamstime.
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Desde The Who hasta Clara Delavigne, pasando por Nirvana y Pearl Jam, hasta los desfiles de David Delfín. Las icónicas botas Dr. Martens, que nacían hace un siglo como aliadas para los más desfavorecidos, han pasado a ser un imprescindible de las grandes firmas de moda.

Este calzado, popularizado en los últimos años por celebrities e influencers, ha conseguido conquistar a colectivos de lo más dispares gracias a su versatilidad. Pero su historia, lejos de las pasarelas, empezaba en 1945, con un soldado alemán de la Segunda Guerral Mundial. El militar Klaus Maertens tenía 25 años cuando, debido a un esguince en el pie, ideó una bota con una suela con amortiguación de aire, en sustitución del cuero duro, para así ayudarse con su dolencia.

Al ver la efectividad de la misma, Maertens le enseñó el calzado a un amigo de la universidad, el ingeniero mecánico Herbert Funk, quien mostró rápidamente interés por el producto. Así, los dos socios emprendieron negocios ese año en  Seeshaupt, Alemania, utilizando caucho desechado de los aeródromos de Luftwaffe.

Al principio, debido a la comodidad y durabilidad de las botas, las clientas habituales fueron amas de casa; ya que el 80 por ciento de las ventas eran para mujeres mayores de 40 años. Las ventas habían crecido tanto en 1952 que abrieron una fábrica en Múnich, y en 1959, Maertens y Funck comenzaron a visualizar el mercado internacional. Justo entonces, el fabricante británico de zapatos R. Griggs Group Ltd. compró los derechos de patente para fabricar estos zapatos en el Reino Unido, y cambió el nombre de Maertens a Martens, ya que este último era más comercial.

La primera marca registrada por los dos socios alemanes contemplaba un modelo con un talón alterado, una parte superior bulbosa pero simple, una puntada de ribete amarilla distintiva, un borde de suela acanalado de dos tonos y un patrón de suela único. Cuando Grigg comenzó su negocio, añadió la marca registrada de costura amarilla y comercializó las suelas como AirWair. Así, el primer prototipo vendido en Reino Unido estaba marcado por un eslogan que rezaba: "With Bouncing Soles" -escrito con la letra de Bill Grigg-, pero no fue hasta 1960 cuando llegó el modelo más emblemático de la firma, la bota color rojo cereza de ocho agujeros: 1460 Dr. Martens.

1460 Dr. Martens. Dreamstime.
1460 Dr. Martens. Dreamstime.

El concepto del producto estuvo claro desde el principio: un calzado resistente, cómodo y barato que sirviera a las clases trabajadoras de Gran Bretaña. Y así fue. Las botas costaba 2 dólares y eran utilizadas mayoritariamente por carteros, policías y trabajadores de fábricas, hasta que los primeros skinheads las empezaron a usar como guiño de orgullo para las clases trabajadoras del país.

Las botas costaba 2 dólares y eran utilizadas mayoritariamente por carteros, policías y trabajadores de fábricas

De forma casi inesperada, las Martens llegaban a los escenarios, cuando Pete Townshend, de The Who, se convirtió en el primer famoso en usarlas como símbolo de apoyo a las clases más desfavorecidas. Desde ese momento, este calzado dejó de ser un mero complemento para facilitar la vida de los trabajadores y pasó a convertirse en un símbolo de rebeldía y protesta social.

Dreamstime.
Dreamstime.

Con el paso de los años, la bota se fue personalizando para diferente público, y comenzaron a surgir las Dr. Martens con estampados florales -pensadas para niñas- y de diferentes tonalidades, pero siempre respetando sus patrones originales. La inmersión en Estados Unidos ocurrió de la mano de músicos hardcore que, al visitar el país inglés, descubrieron este modelo y las empezaron a lucir por la costa oeste americana.

Pero no todo ha sido un camino de rosas para la marca inglesa. Poco después de su cuadragésimo cumpleaños, las ventas disminuyeron tan dramáticamente que todas menos una de las fábricas de Reino Unido tuvieron que cerrar para evitar la bancarrota. Una situación que empezó a mejorar en 2003, cuando diseñadores de alta costura comenzaron a elegir para sus colecciones la clásica bota 1460 y, poco a poco, volvieron a verse en outfits callejeros de la mayoría de países. En 2007, el resurgimiento terminó de sucederse cuando la fábrica original de Cobbs Lane, en Northampton, reanudó la fabricación de originales Dr. Martens hechas a mano.

Dr. Martens registró en 2019 un 30% más

El año pasado, la empresa volvió a registrar un gran incremento en ventas debido a la fabricación de unas botas elaboradas con piel vegana (se reemplaza la parte superior de cuero con plástico sintético de poliuretano). De esta manera, Dr. Martens disparaba su facturación un 30% más que hace un año, hasta los 487,2 millones de euros, llegando a representar este modelo el 4% de su facturación total.

Así las cosas, las botas que comenzaron vendiéndose por 2 euros a los trabajadores más precarios, hoy no pueden conseguirse por menos de 160, pero quien las lleva sigue transmitiendo el halo de rebeldía tan propio en sus orígenes, y las marcas han sabido sacar partida de ello.

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