
¿Es la pornografía a las relaciones sexuales lo que son las películas a la vida real? ¿Se pueden equiparar ambas experiencias? Y de hacerlo, ¿cuál saldría ganando? La respuesta, sorprendentemente, no es obvia.
Internet ha supuesto un particular terremoto en el mundo de la pornografía, que ha pasado de la sección prohibida de los videoclubes o los canales de pago al acceso democrático de cualquier usuario que disponga de un ordenador o un dispositivo con conexión a la red.
La hipersexualización en la sociedad occidental es un hecho que ha ido acompañado, además, por el especial aderezo de la barra libre del porno. Los efectos de la pornografía en las relaciones sexuales en el ámbito de la pareja están siendo estudiados desde distintas ópticas e investigaciones, que en numerosos casos apuntan a problemas como la impotencia. El factor psicológico y de generación de expectativas resulta clave para entender esta correlación de doble filo.
El porno, mejor que Scarlett Johansson
Don Jon, película dirigida y protagonizada por Joseph Gordon-Levitt, planteó por primera vez en 2013 una comedia dramática en la que el porno capitalizaba la relación de los personajes principales. Jon, el protagonista de la cinta, es un joven adicto a los contenidos sexuales por internet, situándolos por encima de las relaciones reales -a pesar de llevar una vida sexual muy activa y con numerosas mujeres.
Para Jon, sus 'chicas del porno' nunca le decepcionan y, a diferencia de lo que ocurre en la vida real, siempre le proporcionan 'un final feliz'. "Si buscas que la vida sea como las películas, o que las personas sean como los protagonistas de las mismas, te estás predisponiendo a sentirte decepcionado", explicó Gordon-Levitt en una entrevista sobre su filme.

El concepto 'decepción' está estrechamente ligado con el de 'expectativas', que colocan la experiencia pornográfica en el ojo del huracán. Hombres musculosos, erecciones interminables, mujeres esculpidas en el quirófano, relaciones sexuales sin tregua, ofrecen una imagen de la sexualidad de fácil acceso para el aprendizaje de los jóvenes, y sin embargo, absolutamente irreal. En esta circunstancia, es difícil que la experiencia real pueda alcanzar el listón de la ficción tanto para hombres como para mujeres.
Investigadores de la Universidad de Australia Occidental han advertido sobre la tendencia de cada vez más personas de "modelar su vida sexual real sobre la pornografía". Renate Klein, autor de estudios de la mujer en la Universidad Deakin en Melbourne explica que el imaginario del porno "se ha convertido en el ideal sexual de los espectadores, que intentan estar a la altura de un guión irreal".
Consecuencias de una visión porno
Los terapeutas y psicólogos especializados en sexología abundan en la misma línea advirtiendo de las consecuencias del consumo compulsivo de pornografía o sin marcar una división entre la ficción y la realidad. Según una encuesta realizada por la revista Cosmopolitan, el 80% de estos profesionales considera que la adicción al porno conlleva problemas en las relaciones sexuales. Esta adicción aumenta a la par que el sexo real resulta menos deseado.
"Cuando alguien visualiza contenido pornográfico de manera casi diaria, buscando una excitación muy rápida para -también de manera rápida- masturbarse y lograr el orgasmo lo antes posible, es lógico que pueda tener dificultades para disfrutar del sexo de una manera distinta. En el momento en que tenga una relación donde la excitación sea más lenta y tratando de controlar la inminencia eyaculatoria, puede tener problemas", afirma el psicólogo y sexólogo José Bustamente en una entrevista publicada en el diario El Mundo. La no consumación de las expectativas y la ansiedad provocada por la ausencia de correlación entre el porno y el sexo real pueden acarrear disfunciones e impotencia entre los hombres.
Además, la imposibilidad de acometer las grandes gestas de los héroes eróticos de la pantalla y la presión en las mujeres de imitar a las estrellas del porno que ellos idolatran genera un caldo de cultivo cuajado de presión, inseguridad y ansiedad para la pareja.
Volviendo a la película Don Jon, su eslogan, "todo el mundo quiere un final feliz", explica los motivos por los que ser adicto al porno puede ser una opción muy tentadora para los hombres. Esta visión del sexo es puro azúcar y nunca falla: provoca una máxima excitación en tiempo récord y orgasmos rápidos en cada experiencia. Sin embargo, la vida real requiere bastante más audacia y trabajo, y en este ámbito, el azúcar no brota en estado puro, sino mezclado entre copos de cereales integrales no tan fáciles de digerir.