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Emplear materiales desechados no es sólo una obligación social. Ahora el diseño se une a esta 'moda' para crear piezas ingeniosas y bellas.

Ni se sabe cuántos recursos naturales pueden quedar afectados antes de que ese mueble de diseño acabe en el salón de casa, y parece que cada vez son más los que se lo preguntan. Así, el reciclaje parece decidido a introducirse en los estudios de diseño con alternativas creativas y a prueba de malas conciencias.

Para el estudio neoyorquino Uhuru, fundado en 2004 por Bill Hilgendorf y Jason Horvath, no cabe duda de que resulta vital trabajar con materiales sostenibles.

Ocupa una vieja fundición en un barrio de Brooklyn, donde ponen especial empeño en que su suministro provenga del entorno, como la valorada madera heart pine, casi extinguida desde hace un siglo y que consiguen de los edificios demolidos de Nueva York.

  Un claro ejemplo de su concepto de reciclaje es la silla Bilge Lounge, hecha de las duelas y flejes de los barriles de bourbon usados que desmontan y reorganizan como si fuera un puzzle, manteniendo sólo el color del roble blanco curtido por el bourbon.

Otra pieza interesante que ejemplifica el uso creativo que los diseñadores están dando al reciclaje es la colección Bicicleta de alfombras de Nani Marquina en colaboración con Ariadna Miquel. 

Su nombre no es caprichoso, pues están hechas con neumáticos de bicis desechados. Su origen surge del empeño de la firma por encontrar nuevas texturas para la goma reciclada, y es justo en un viaje a la India donde tuvieron la revelación: ¿por qué no utilizar las cámaras de aire del medio de transporte más utilizado del país?

Para confeccionar cada alfombra se emplean 140 neumáticos recogidos y manipulados en el país asiático.

Sin duda, las nuevas generaciones de diseñadores son las más concienciadas con la necesidad de reciclar y sus posibilidades creativas. El Black Valley Design Collective (bvdcollective) nace como respuesta al programa de Diseño Industrial de la Appalachian State University de Carolina del Norte. Estudiantes y profesores formaron un grupo de experimentación que se reunió en septiembre de 2007 para poner en marcha un primer proyecto consistente en recolectar utensilios destinados a convertirse en basura y transformarlos en objetos de diseño de alto valor añadido.

Así nace la serie de lámparas waste:not, definidas por las limitaciones y potencialidades del plástico. Así, en la Baroque Jelly de Donald Corey es fácil identificar cubiertos de los restaurantes de alitas de pollo, dieta básica de sus reuniones dos veces por semana.

Pero si se tiene de pronto un ataque de creatividad y en casa se tiene multitud de objetos inservibles que pudieran convertirse en objetos de diseño, pruebe con www.el-recetario.net, una ingeniosa iniciativa de los diseñadores Alberto Flores y Mireia Juan, donde los participantes intercambian ideas de reciclaje a modo de recetas de cocina, y que pueden saciar las inquietudes de los que de atreven con el diseño industrial casero.

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