La bajada de los precios del petróleo debería aliviar la preocupación por las dos grandes dolencias turcas: la alta inflación y un masivo déficit de cuenta corriente (uno de los más grandes y peor financiados de todos los mercados emergentes).
No obstante, la recuperación gradual de la actividad económica, que reforzará las importaciones no energéticas, implica que la vulnerabilidad externa turca seguirá siendo alta y dejará los activos expuestos.
Por Maya Senussi