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Avalancha de peticiones de datos ambientales sobre empresas cotizadas

Los bufetes de abogados están inundados de solicitudes de información sobre el comportamiento de las empresas del Ibex 35, especialmente en el área ambiental. Los inversores quieren saber más antes de invertir, empujados por la nueva Directiva de Información no Financiera

La Bolsa española ha subido mucho: la capitalización del Ibex 35 durante los primeros seis meses del año ha aumentado en 61.768 millones de euros y la inversión extranjera en grupos españoles supera los 25.000 millones. Además esta entrada de fondos se ha ido acelerando durante el año, animada por los buenos datos macroeconómicos.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre lo que está ocurriendo ahora y lo que ha venido pasando cada vez que las buenas perspectivas han empujado los valores. Hasta ahora, los inversores miraban con lupa los datos financieros y leían en diagonal el resto de la información corporativa, pero ya no; los bufetes de abogados se están llenando de peticiones de información adicional, especialmente sobre su comportamiento ambiental.

Tal es el número de solicitudes que Jesús de la Morena, socio de G-Advisory -antes Garrigues-, no dudaba en hablar de "avalancha de peticiones" poco antes del verano, durante la LIII Jornada Corresponsables, celebrada bajo el lema Desafíos para el desarrollo sostenible: hacia la economía verde y colaborativa, en la que se destacó el cambio que experimentan las empresas sobre la sostenibilidad del modelo productivo.

Ahora, los inversores, sobre todo institucionales, antes de invertir quieren saber cuál es el comportamiento de la empresa en relación al medio ambiente, los Derechos Humanos, la política salarial y otros elementos integrados en la Responsabilidad Social Corporativa. "Nunca se había producido una situación similar", sostiene de la Morena, poco antes de comentar que estas prácticas eran más frecuentes en el extranjero.

Presión social y nueva regulación

En este cambio de tendencia influyen dos factores. Por un lado, la presión social, que exige algo más que un buen precio para invertir, adquirir un producto o contratar un servicio, y, por otro, la regulación, que establece requisitos cada vez más exigentes. Sobre este último punto, de la Morena destacó la importancia de la Directiva de Información no Financiera y Diversidad, aprobada por la UE hace unos meses.

Esta nueva Directiva obligará a las empresas con más de 500 empleados a divulgar información sobre las estrategias, riesgos y resultados en aspectos ambientales, sociales y laborales, sobre el respeto a los Derechos Humanos, en relación a la lucha contra la corrupción y el soborno, y a la diversidad en los Consejos de Administración. Las empresas cotizadas tienen requisitos más exigentes que las demás.

Estos requisitos, por otro lado, se están convirtiendo en una vía para que las empresas se diferencien de su competencia y pongan en valor comportamientos bien percibidos por la sociedad. Y cada vez disponen de más herramientas para hacerlo. Así, lucir certificaciones ambientales, como la ISO 50.001 -relativa a la gestión energética eficiente-, o la ISO 14.006 -relativa al ecodiseño-, "es una ventaja que marca distancias", como indica José Magro, gerente de Medio Ambiente de Aenor

Magro lleva años trabajando con las empresas en la implantación de los procesos de calidad -algo que considera "un gustazo"- y también percibe el aumento de la preocupación por ser más sostenible: "Constantemente hay empresas que obtienen los certificados, pero el ritmo de algunos sectores se está acelerando sensiblemente". Un ejemplo de esta nueva velocidad es la industria del pellet -combustibles de biomasa para calefacción-, que, según el directivo de Aenor, ronda el 70 por ciento.

De sentencias aleccionadoras a valorar lo positivo

La obtención de etiquetas ecológicas o la compensación de las emisiones de carbono son otros elementos de diferenciación ambiental que aumentan con la crisis. Magro recuerda la evolución que se ha producida desde las primeras sentencias por cometer delitos ambientales, a finales de la década de los ochenta, que sirvieron para que el empresariado se diera cuenta del riesgo legal de las malas prácticas, hasta la toma de conciencia de la aportación positiva de la ecología que se produce a partir de la década de los noventa.

En esta toma de conciencia y en la adopción de prácticas sostenibles es crucial la actitud de los primeros espada de las compañías. El impulso debe venir desde arriba, especialmente en aquellas empresas cuyo impacto ambiental es importante. Así ocurre con Endesa, "porque nuestras chimeneas emiten flores", como dice con buen humor Hernán Cortés, director de Sostenibilidad de la eléctrica, antes de añadir: "Tenemos un Plan Estratégico anual que aprueba el Consejo de Administración, y de él emanan el resto de los planes, incluido el de medio ambiente".

Además, esta preocupación ambiental trasciende el ámbito interno de la compañía y se traslada al exterior, al resto de relaciones de la empresa, ya sea con los proveedores y el resto de la cadena de valor, exigiéndoles el cumplimiento de ciertos estándares, o con el de los propios clientes. Así, Lucio Fernández, director de Responsabilidad Social Empresarial de Redyser, una empresa de mensajería, permite a sus clientes compensar las emisiones de sus envíos con proyectos forestales en el Amazonas.

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