Los líderes de la UE tratan de buscar el equilibrio correcto entre la flexibilidad fiscal y las reformas estructurales, una ?gran oportunidad? que pudiera encajar con la petición del jefe del BCE Mario Draghi de una abenómica en versión eurozona. Sin embargo, las instituciones europeas parecen reacias a ofrecer a los estados miembros suficiente margen en objetivos fiscales y los planes de inversión pública en toda la UE siguen siendo ambiguos e infrafinanciados. Con el poco impulso de la política fiscal al crecimiento, la eurozona seguirá atrapada seguramente en una depresión de grado bajo, lo que refuerza nuestra opinión de que el BCE acabará comprando bonos soberanos (cuando se quede sin activos del sector privado que comprar).
Nouriel Roubini y Brunello Rosa