España fue uno de los pocos países en conseguir un decente primer trimestre, y en él se está construyendo un impulso de crecimiento a medida que vuelve la confianza. El desapalancamiento, el riesgo de deflación y el aún en parte dañado sector bancario incapaz de transmitir una política monetaria flexible son los actuales vientos en contra, y la continuada fortaleza de las exportaciones puede flaquear si el crecimiento balbucea en la EZ o los mercados emergentes. La economía no está fuera de peligro todavía, pero nuestra expectativa por debajo del consenso de un ritmo de crecimiento del 1% durante los próximos años todavía tiene un riesgo alcista. Los activos españoles deberían ser respaldados, aunque los bonos soberanos son cada vez más caros y dejan poco espacio para mayores ganancias. Los valores españoles siguen estando baratos y continuarán beneficiándose del recorte de gastos, de costes labores más bajos, y de una mejorada competitividad.
Por David Nowakowski.
