"¿Quién quiere ir a Suplementos?"; "¿algún voluntario para Internacional?" "¿hay interesados en Economía?" Preguntas como éstas se escuchan a diario en los pasillos de la redacción de El País, convertidos a juicio de sus periodistas en una especie de bazar. Los más veteranos en el diario no dan crédito a este curioso sistema utilizado para reordenar la plantilla tras el nombramiento como director de Antonio Caño. El anuncio de ofertas al estilo de un mercado, casi a viva voz, choca todavía más en un medio de comunicación que, durante décadas, ha presumido de poseer una estructura pulcramente jerarquizada en la que todo funciona como un reloj y los objetivos parecían estar muy claros.