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El Plan Hidrológico del Segura: la gestión de la escasez

El Plan Hidrológico del río Segura se aprobó a finales de diciembre y ya sólo falta el visto bueno del Consejo de Ministros. La cuenca más seca de Europa hace virtud de la necesidad.

La Demarcación Hidrográfica del Segura es una de las más singulares de Europa. Por su escaso régimen de lluvias, es la que dispone de una menor pluviometría de las 215 demarcaciones en que se divide la UE; concretamente, si las recomendaciones internacionales fijan el umbral mínimo en 1.000 metros cúbicos anuales por habitante y año, en el Segura ese nivel no llega ni a la mitad, quedándose en 400 metros cúbicos anuales por habitante y año.

Y a ello se debe añadir una riqueza agrícola extraordinaria, puesto que desde las huertas murcianas salen el 30 por ciento de todas las exportaciones nacionales de frutas y hortalizas, con tres millones de toneladas, valoradas en 3.000 millones de euros anuales.

Así pues, en el Segura hace falta agua. Los recursos propios son de 1.354 hectómetros cúbicos anuales y la demanda total asciende a 1.834 hectómetros, es decir, la Demarcación sufre un déficit anual de 480 hectómetros cúbicos, más de una cuarta parte de sus necesidades. La gran mayoría de la demanda de la zona corresponde a la agricultura, que consume más del 80 por ciento del agua disponible.

Esta escasez -rige todo el Plan Hidrológico, volcado en abastecer las demandas- se cubre con dos trasvases y con la explotación de recursos hídricos no convencionales.

Trasvases y recursos no convencionales

El primero de los trasvases es el celebérrimo Tajo-Segura, históricamente conflictivo, sobre el que se llegó a un acuerdo entre las comunidades autónomas implicadas a finales del año pasado; en virtud suya, se podrá trasvasar hasta un máximo de 650 hectómetros cúbicos anuales desde los embalses de Entrepeñas y Buendía, si bien el volumen medio de agua que se ha trasvasado desde 1980 no llega a la mitad.

El segundo trasvase, Negratín-Almazora, es mucho más modesto, y su aportación media ha rondado los 17 hectómetros cúbicos en los últimos 25 años, sobre un máximo fijado en 21 hectómetros cúbicos.

Los recursos no convencionales provienen de la reutilización de las aguas residuales urbanas y de los retornos de la actividad agrícola, por un lado, y de las desaladoras, por otro.

La depuración aporta 143 hectómetros cúbicos anuales, de los que casi 75 hectómetros se aprovechan de forma directa, sin que el agua llegue al dominio público hidráulico. En cuanto a los regadíos, éstos suministran otros 100 hectómetros, consiguiendo un asombroso grado de reutilización global del 95 por ciento.

En el país de las 13 desaladoras

En el año 2005 se modificó el Plan Hidrológico Nacional y se destinaron 721 millones de euros para construir 15 desaladoras en el litoral mediterráneo, en sustitución del famoso trasvase del Ebro.

Cuando se redactaron los proyectos, ese importe subió un 85 por ciento, hasta los 1.337 millones. A día de hoy se llevan invertidos 800 millones, sólo se están ejecutando ocho de las 15 previstas, hay que invertir aún más para las redes de distribución y otras infraestructuras, no hay demanda para el agua desalada por su elevado precio y la UE exige que las plantas entren en operación, so pena de tener que devolver los fondos comunitarios destinados a ellas.

Acuamed, la sociedad pública encargada de ejecutarlas, ha requerido un crédito del Banco Europeo de Inversiones para reflotarse.

El Plan Hidrológico del Segura cuenta con las 13 desaladoras incluidas en su demarcación para abastecerse -la partida más importante del presupuesto, el 56 por ciento, se ha destinado a ellas- y espera aprovechar 50 hectómetros cúbicos anuales para uso urbano e industrial, y 79 hectómetros para uso agrario.

Entre ambos aprovechamientos no se alcanza ni el 40 por ciento de la capacidad total de las plantas

Estrés hídrico crónico

Como no podía ser menos, la eficiencia en el uso del agua es norma: en los últimos 15 años la modernización de regadíos ha conseguido reducir su consumo un 8 por ciento y las ciudades -tras el boom inmobiliario-, sólo necesitan un 10 por ciento más.

No obstante, el estrés hídrico es crónico y se agudiza por el calentamiento global y el proceso de desertización que padece el sudeste español, cada vez más afectado por el desierto del Sahara: las aportaciones naturales de agua han bajado un 18 por ciento desde que se redactó el anterior Plan Hidrológico, hace sólo 15 años, y se espera que se reduzcan otro 11 por ciento a finales de la próxima década.

Esta situación pasa factura a la calidad ambiental de las aguas y a los caudales ecológicos. La sobre explotación de las aguas subterráneas ha hecho que el 75 por ciento de ellas no esté en buen estado y que no vaya a estarlo a corto plazo; el Plan prevé que la mayoría no lo alcance antes de 2027 y considera que, para llegar al nivel exigido, se necesitan más aportaciones de agua o la clausura definitiva de explotaciones agrarias.

Además, 10 masas de agua subterránea -sobre un total de 63- no conseguirán llegar a los estándares por excesiva concentración de nitratos.

En cuanto a los caudales ecológicos, el Plan establece niveles en los 18 tramos fluviales considerados estratégicos, que se empezarán a aplicar en la cabecera del Segura y en sus principales afluentes a partir de 2015; se reconoce que son "reducidos", pero se consideran "suficientes y garantizados". No es de extrañar que el único voto en contra que recibió el Plan cuando el Consejo del Agua de la Demarcación lo aprobó, a inicios de diciembre, fuese de una asociación ecologista.

Prohibición de nuevos regadíos

Como la realidad se impone, y es necesario adoptar medidas drásticas, el Plan Hidrológico establece la prohibición de implantar nuevos regadíos o de ampliar los existentes, si bien se fija una reserva especial de 10 hectómetros cúbicos para agricultura social en Albacete.

En relación a las aguas costeras, el Plan fija el año 2015 para que todas alcancen un buen estado, a excepción del Mar Menor y el entorno degradado de la Bahía de Portmán -víctima de uno de los mayores desastres ecológicos del Mediterráneo, contaminada con los residuos de una explotación minera-, que deberán alcanzarlo en 2021.

En el lado positivo de la balanza ambiental, no obstante, debe reseñarse el estado del propio río Segura, que en sólo 10 años ha pasado de ser uno de los más contaminados de la Europa a recibir premios y reconocimientos por su envidiable situación actual. Miguel Ángel Ródenas, presidente de la Confederación Hidrográfica, no duda en referirse a él como "un ejemplo de buena práctica de éxito y referencia a nivel mundial".

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