A juzgar por los datos oficiales de precios, el mercado inmobiliario chino no burbujea, aunque el ritmo de construcción ha sobrepasado la demanda fundamental (en un 25% desde 2004). Los tipos de depósito real negativos, la dependencia de los gobiernos locales de los ingresos de ventas de fincas y el empuje del gobierno para acelerar la urbanización han contribuido a un exceso de edificación. A finales de 2013, el parque inmobiliario finalizado y sin vender de las promotoras representaba el 42% de las viviendas terminadas anuales. Asignamos una probabilidad del 20% a que los precios caigan en espiral descendente en los próximos dos años. A los políticos les va a ser imposible detener un desenlace inevitable, que someterá a grandes presiones a los hogares y los balances bancarios.
Por Adam Wolfe
