Las perspectivas de la economía portuguesa han mejorado desde comienzos de 2013, pero en términos generales siguen siendo débiles. La deuda privada es elevada, y el desapalancamiento se prolongará durante años, lo que supondrá un lastre significativo para la economía. Las condiciones crediticias seguirán siendo restrictivas, lo que supone una amenaza para partes del sector manufacturero. La capacidad de las exportaciones para impulsar aún más el crecimiento es limitada, y esto probablemente está bloqueando una de las vías hacia la recuperación. Lo que es más importante, las necesidades de financiación del gobierno durante los próximos dos años son lo bastante grandes como para que Portugal probablemente necesite un segundo programa de rescate (o en su lugar una línea de crédito precautoria) a la finalización de su actual programa en junio de 2014. Esta ayuda posiblemente irá acompañada de algún tipo de reestructuración de la deuda pública (que probablemente incluya los pasivos de algunas empresas estatales).
Por William Oman.