El Reino Unido parece ir encaminado a entrar en una fase de crecimiento más constante, aunque el repunte de la actividad económica impulsado por el consumo exigirá más acomodación monetaria. La orientación de futuro del Banco de Inglaterra es la principal herramienta para evitar un aumento excesivo de los tipos a corto plazo y la libra. Una libra más fuerte está dando sus frutos, fomentando una desaceleración de la inflación más acusada de lo previsto (ya próxima al objetivo del 2% del banco) y un ligero aumento del déficit de cuenta corriente (los esfuerzos de reequilibrio hacia las exportaciones netas parecen haber quedado en el olvido). La política monetaria y el ciclo global seguirán dando apoyo a los títulos británicos, que creemos que podrían ser superiores en rendimiento.
Por Brunello Rosa.