No ha sido una semana buena para los activos turcos, dada la angustia de los inversores por el reciente anuncio de una investigación de corrupción y la decisión del banco central de mantener una postura política compleja y desafiante. Las noticias del caso de corrupción, que reflejan los problemas políticos, institucionales y reguladores inherentes a Turquía, añaden incertidumbre al entorno empresarial que apunta a más volatilidad del TRY y los bonos. Erradicar la corrupción podría ser positivo para los negocios y la inversión a largo plazo, aunque las consecuencias del escándalo podrían ahondar la brecha dentro del partido gobernante en vísperas de las elecciones y dificultar la recuperación económica de Turquía, lo que tendría efectos sobre la demanda interna, desanimaría la inversión y limitaría los rendimientos de renta variable.
Por Maya Senussi.