Con el fin de evitar que suponga un lastre excesivo para el crecimiento, el gobierno italiano se centrará en mantener el déficit público por debajo del límite obligatorio del 3% del PIB, pero su objetivo no será obtener un déficit equilibrado ni una reducción significativa de su deuda pública. Este cambio probablemente evitará que la grave recesión italiana se convierta en una depresión. No obstante, para evitar un periodo prolongado de estancamiento será necesario tomar decisiones políticas difíciles, sin las cuales aumentan continuamente las posibilidades de que se produzca una dura reestructuración de la deuda más adelante. Sin embargo, como ya comentamos en la primera parte, la actual situación política italiana parece destinada a empeorar próximamente. Junto con esta mayor relajación de la postura fiscal, la reaparición de tensiones políticas no augura nada bueno para los bonos soberanos y la renta variable de Italia.
Por Brunello Rosa