Pese a la mejora de los indicadores del sentimiento y un PIB mejor de lo esperado en el segundo trimestre, la economía francesa todavía parece vulnerable. El aumento del consumo y el gasto estatal observados en el segundo trimestre no recularán seguramente en los próximos trimestres, ya que los hogares están ahorrando más tras una temporada de alta demanda energética y el gobierno recorta el presupuesto para cumplir sus objetivos de déficit. Parte de las medidas de austeridad implantadas en los presupuestos de 2013 no se notarán hasta el año que viene, con una presión adicional para la demanda interna. Aunque los indicadores de confianza han mejorado, la incertidumbre sobre la política fiscal sigue siendo alta. Los avances en la reforma del sistema de pensiones han decepcionado, aunque ésta y otras iniciativas de consolidación fiscal seguramente convenzan a los mercados de que el gobierno francés está dispuesto a asumir contrapartidas políticas difíciles. En consecuencia, la calificación crediticia soberana de Francia no se verá afectada cuando la deuda estatal escale hacia el 100% del PIB, manteniendo los diferenciales cerca de los niveles actuales.
Por William Oman.