Las elecciones noruegas de esta semana han sacado del poder al gobierno del primer ministro Jens Stoltenberg y el partido conservador de Erna Solberg ha formado una coalición de derechas para sustituirle. Independientemente de la composición del nuevo gobierno, se encontrará con una economía al borde del recalentamiento, como lo refleja el IPC en aumento (3,2% interanual) y las últimas lecturas del PMI (53). Estas tendencias se exacerbarán con la agenda política del nuevo gobierno (recortar impuestos, destinar más del fondo de riqueza soberana a fines domésticos y restringir la inmigración, reduciendo así la oferta de mano de obra). Al Norges Bank, que hasta el momento ha conseguido controlar la inflación, le costará evitar subir los tipos cuando las políticas surtan efecto, empujando a la corona hacia arriba, reduciendo los pronósticos de crecimiento del país y entorpeciendo el esfuerzo de detener la incipiente burbuja inmobiliaria. Los mercados ya han empezado a contar con subidas de los tipos pero sigue habiendo mucho margen para que se ensanchen los diferenciales.
Por David Nowakowski.
