El regreso de Egipto al estado de excepción, tras la brutal represión contra los campamentos de protesta en El Cairo, debería tener un efecto negativo sobre los activos locales (la renta variable ya ha caído, mientras que el riesgo crediticio y los rendimientos de la deuda egipcia han aumentado). Los enfrentamientos con víctimas mortales darán lugar nuevas ventas cuando se reanuden las operaciones (tanto la bolsa como los bancos recibieron la orden de permanecer cerrados en el día de ayer) y probablemente enturbiarán las perspectivas de una recuperación económica y un restablecimiento de la estabilidad a largo plazo. A pesar de las inyecciones de dinero por parte de los países del Golfo, se presentarán diversos riesgos a la baja a medida que se vayan desarrollando los acontecimientos, que supondrán un lastre para el crecimiento y una presión para los activos: la disolución del gobierno, las demoras en las enmiendas a la constitución y la parálisis política, un entorno empresarial incierto que afecta negativamente tanto a la confianza como a la inversión extranjera, un fuerte aumento de los costes de amortización de la deuda, la suspensión de las ayudas y el descenso de la EGP.
Por Maya Senussi