Los últimos indicadores anticipados de la OCDE confirman nuestra previsión de que la segunda recesión de la eurozona ha tocado fondo lentamente, y actualmente parece que el crecimiento del PIB de la región va camino de experimentar una aceleración en el segundo semestre. Si bien la decisión de revisar nuestra previsión de crecimiento de la eurozona en 2014 del 0,1% al 0,5% (todavía por debajo de la previsión del consenso del 1%) parece justificada, las tibias lecturas de los índices PMI nos dicen que no debemos esperar un crecimiento robusto, especialmente si tenemos en cuenta la multitud de retos estructurales y demográficos a los que sigue teniendo que hacer frente Europa. Además, si el crecimiento y la inflación no son constantes, se deberá abordar una reestructuración de la deuda tanto pública como privada. Con todo, el BCE podría abstenerse de realizar acciones políticas agresivas (las políticas griega y portuguesa demuestran que a menudo es necesario ejercer presión a para conseguir que los países aborden duras medidas de reforma y consolidación fiscal), en cuyo caso cabría prever una nueva ronda de recortes graduales (e ineficaces) de los tipos de interés y una débil orientación de cara al futuro.
Por David Nowakowski